lunes, 5 de mayo de 2014

"ES UNA REVANCHA POLÍTICA " O LA PRÁCTICA DEL CÓDIGO OMERTA



 
Todos los gobernantes y políticos en México son unilaterales, baldíos, paramos andantes predecibles. En general, los políticos tienen una sola idea al llegar al poder: el abuso en la apropiación ilegal de lo público. La corrupción es su heraldo, la ignorancia su divisa y la retórica hueca su psicología. Por lo general los políticos son corruptos y solo caen en desgracia cuando no forman parte del grupo en el poder o se oponen a ese mismo grupo, de ahí en fuera, todo es corrupción. No obstante, cuando un funcionario, ex funcionario o político cae en la desgracia personal; la primera respuesta es: “Es una persecución política de mis enemigos, es, una revancha política”.

La revancha política que aluden es, invariablemente la respuesta de los políticos puestos a disposición de la justicia. Generalmente salen impunes de las acusaciones. Si se hiciera un grafica de porcentaje de funcionarios, ex funcionarios o políticos acusados de corrupción, peculado, asesinato, narcotráfico, abuso de autoridad o cualquier otro delito que cometen; se vería que no llega ni al 1% este tipo de delincuentes los que son puestos a disposición de la justicia y el porcentaje se ve reducido casi al cero de los que están en la cárcel; sin importar la gravedad del delito.

Con la alusión de la revancha política empieza la defensa de los funcionarios, ex funcionarios y políticos acusados por delitos de cualquier naturaleza. En esa frase se encierra toda la psicología de los políticos mexicanos, es muy parca dicha psicología, muy árida y hasta groseramente vulgar. Y, con todo, tienen la esperanza fundada en que saldrán libres, impunes de los delitos de que son acusados. ¿Cuál es la base de dicha confianza?, la blandura de las leyes que la misma clase política ha puesto en vigor.  Generalmente los delitos cometidos por las cúpulas de gobierno y políticos son no graves. Así pueden quebrantar al erario por mil millones de dólares, el delito no es grave, además que tienen toda la maquinaria burocrática y la privacidad para borrar todas las pruebas que servirían para condenarlos. Por ello es que siempre piden pruebas. Se les acusa de delincuentes no de imbéciles como para dejar pruebas evidentes; al final, solo quedan los enormes huecos financieros, deudas y empobrecimiento popular.

Para esta clase divina, toda aplicación de la ley es una simulación. La retórica de un Estado de Derecho, es solo una muralla de velos bien cuidados por toda la clase política para no ser tocados. Los políticos pueden pelear públicamente en todos los tonos y formas pero en el fondo se protegen han adoptado el Código Omerta y por ningún motivo lo van a dejar de observar. Para el pueblo las cadenas y la opresión para los políticos el derecho al silencio y de ahí la impunidad. 

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