viernes, 23 de mayo de 2014

LA ISLA DEL OLVIDO


A los gobernantes y políticos mexicanos les gusta el protagonismo, no hay día en que no promuevan sus personas por todos los medios posibles. Quisieran que se les recuerde por sus obras que, a ellos les parecen magníficas, únicas; sin embargo, la mayoría, tienen una vida simple, y unilateral: el puro consumismo material; por eso, tan luego dejan el poder son arrastrados hacia la isla del olvido; solo los más malvados y perversos quedan en la consciencia del pueblo. Son raros aquellos que quedan como ejemplo de trabajo hacia el bien común del pueblo y los que en verdad aman al pueblo se cuentan con los dedos de una mano. Es lamentable que gobernantes y políticos sean  marabuntas insaciables de todo lo público sin beneficio alguno; por el contrario, son nocivos para el pueblo.

En México hay exceso de legisladores: 500 diputados federales y 128 senadores, llevados por sus coordinadores a legislar en contra de los intereses del pueblo. Esto es un mal consuetudinario. A esto, súmesele los diputados locales de cada entidad federativa, gobernantes y gabinetes y se tendrá una maquinaria defectuosa, excesiva pero eficiente para dominar al pueblo con retórica hueca.

La burocracia es tan grande y además de cuates, con sueldos enormes, con excesos sin límite; todos parecen competir por ver quien comete el delito más grande, la corrupción más enfermiza, la tontería más ruin. No les importa que el pueblo les llame ladrones, corruptos y toda clase, bien ganada, de adjetivos, con tal de no trabajar  y vivir del erario de por vida o por lo menos el mayor tiempo posible.
                                                                      
A los políticos no les importa tener un presidente estúpido con tal de enriquecerse ilícitamente, inmoralmente y como no va a dejarlos enriquecer el tal “señor presidente”, si desde antes ya habían concertado tal fin. No les importa lo que después pase y ellos se vayan a vivir a la isla del olvido o a la isla de la ignominia; con tal de que no les falte el pan de cada día, a ellos y, a las hordas ávidas de consumismo que tienen como familias.

A lo pronto los mexicanos vemos como una isla cerrada y desolada a la política. Parafraseando a Hesíodo bien se puede decir: “Políticos miserables, duros en invierno malos en verano, nunca agradables”. (Trabajos)


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