El
derecho divino que aludían los reyes para gobernar, ahora, no solo nos parece ridículo
sino estúpido. Ahora bien, el Capitalismo terminó con esa falsa idea de derecho
divino y se apropió exclusivamente para sí, el derecho de decidir lo que era la
igualdad humana en los hechos. Si bien la humanidad logró un avance
significativo, está lejos, muy lejos de esa igualdad soñada pero posible. En
efecto, tarea es, de la humanidad entera pulir el concepto de igualdad
aplicado a los diversos ámbitos de la vida y luchar con todas sus fuerzas para
imponer la democracia en cada Estado nacional. Hasta ahora, la igualdad, la
justicia, la libertad entre otras cosas humanas, han sido una simulación; si
bien solo quedan resabios del derecho divino, el ser humano sigue siendo el
lobo de sus semejantes como bien lo observó Thomas Hobbes, pero el Capitalismo
ha creado pocos lobos y muchos rebaños con lo cual se modifica la aseveración de
Hobbes.
Se
creía, por un lado, ingenuamente por los románticos que el Capitalismo terminaría
con muchas de las injusticias e impulsaría la paz entre los seres humanos mientras
por el otro lado, perversamente se maquinaba la entronización sin corona de la burguesía
inconsciente, estúpida y enferma.
Se
creía que con la caída del Muro de Berlín con todas sus consecuencias se daría el
inicio de la democracia, la libertad, la igualdad y a escasos treinta y cuatro
años la realidad nos grita que los gobiernos han errado el camino.
Antaño
los seres humanos, en concreto, luchaban contra gobiernos tiránicos,
absolutistas o de índole similar; hoy, deben luchar contra el crimen organizado;
aún más poderoso; las grandes empresas trasnacionales y el propio Estado. Cualquiera
de estos entes es por sí mismo brutal. El crimen organizado, por lo general,
enferma con toda clase de vicios, extorsiona, secuestra, cobra cuotas de piso,
saquea, controla parte de la industria en diversos ramos y mata impunemente a
quien se le oponga; el gran capital empobrece a la población, define
que es la libertad, la legalidad, la democracia, los gustos, la producción y el
consumo de bienes y servicios; por su parte el Estado es omiso en el combate
contra el crimen organizado y muchas veces es socio de la delincuencia
organizada pero además es complaciente en la regulación de las trasnacionales
en todos los ámbitos.
Pero
al Capitalismo se le debe reprochar y combatir, porque en su loco y salvaje afán
de ganancia no se ha detenido ante ninguna cosa u obstáculo. Su sello y divisa
ha sido la rapiña, la destrucción de la naturaleza, de la fauna, la explotación
de los minerales con el consabido envenenamiento de la tierra, del agua, de los
ríos y mares; con el no menos salvaje empobrecimiento sistemático de los seres
humanos que solo sirven como mano de obra barata y ávidos consumidores; con el envenenamiento
de amplias capas de los pueblos; con la enajenación casi total de la población.
Los males y desgracias de antaño que nos parecían en extremo bárbaras palidecen
ante los efectos del Capitalismo. Esto pone en peligro lo más preciado del ser
humano: la vida.
La
técnica a la que tanto amamos es el instrumento por el que se nos sujeta y
anula. Hemos pasado del derecho divino al derecho técnico. Quienes tienen bajo
su control la técnica tienen el derecho de decidir en todos los ámbitos de la
vida. Una cosa nos dice la ciencia y otra sus aplicación. No es que se deba
estar en contra de la ciencia y la técnica sino en su aplicación. La ciencia y
la técnica sirven casi exclusivamente a los intereses ciegos de la burguesía,
esa clase social, sentada en el trono del mundo con la ciencia a su diestra y
la técnica a su siniestra. Sería ingenuo pensar que con el Capitalismo la
humanidad ha llegado a su ultimo escalón en esta vida; no, por pura necesidad
vital y de conservación se tendrán que cambiar las cosas y las tendencias
actuales que son nocivas para la vida.
Al
parecer el apocalipsis no vendrá de las fantasías divinas sino de la realidad capitalista.
El infierno mundano ha sustituido al infierno que el buen Dante imaginó. Si
este poeta viviera se daría cabal cuenta que fue un ingenuo, un loco al
imaginar males fantasmales ya que, las atrocidades que hoy se cometen son
superlativas y reales.
Hoy
con mucha mayor retorica se anuncia el triunfo del Capitalismo sobre las
fuerzas oscuras pero indefinidas que asolan a los pueblos pero bien visto ese
triunfalismo es un espejismo bien mentido. África, Latinoamérica y otras regiones
del mundo niegan ese discurso triunfalista con su miseria impuesta primero por
todos los medios y aceptada por resignación o por simple ilusión insuflada. Los
ríos de inmigrantes no son más que efectos del empobrecimiento acentuado y sin
salida de los pueblos.
Pues
bien, sigan señores amos de la retórica hueca con su discurso triunfalista. La
realidad los refuta de punta a punta y dicta sentencia definitiva contra sus
mentiras sin ulterior apelación.
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