sábado, 10 de mayo de 2014

ESE TESORO LLAMADO SER


El ser humano nace con todas las carencias del mundo y debe tratar de atesorar todo aquello que le aumente su precario ser. Ya Spinoza había declarado la conservación del ser. Pero no solo se debe cuidar la conservación sino tratar de aumentar el ser. Y, se debe cuidar ese tesoro con todo el celo posible. No puede ni el dinero ni el amor ajeno aumentar ese tesoro. Es inútil aceptar ayuda o amor cuando se está más allá del sentido moral de la vida. La vida cosa radical y esencialmente metafísica no puede aumentarse con lo ajeno sino con lo propio que se logra. Ahora bien, a eso le llamamos plenitud y la plenitud no excluye los defectos y carencias, ese es el indeleble sello humano. Por todo ello no se debe aceptar, amablemente, la ayuda “desinteresada” de quienes nos quieren mejorar. Hasta el amor o la amistad bien intencionada puede ser dañina para el ser. En efecto, ¿cómo podría saber lo que es bueno para nosotros el ajeno, el extraño, el otro, así sin más?, quizá su amor o amistad no sea más que una treta para la manipulación. Cuidado con esos que se llaman los mejores son los peores moralmente y mucho me temo que no solo moralmente.



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