La
campaña para que las madres le den leche materna a sus hijos desplegada por el
Gobierno del Distrito Federal es una más de las puntadas que los gobernantes
dan un día sí y otro también.
Si
el gobierno del Distrito Federal tiene consciencia sobre las consecuencias de
la alimentación de los bebes con sustitutos de la leche materna también debe
tener consciencia de las condiciones económicas, sociales, culturales, políticas,
de la moda, ideológicas a las que han sido puestas las mujeres. Para que dicha
campaña tenga efectos significativos se deben cambiar las condiciones aludidas.
Hace
cuarenta años buena parte de la población mexicana todavía elaboraban y se consumían
alimentos hechos de manera artesanal (leche, queso, bebidas, carne, tortillas,
etc); hoy, eso es imposible, la producción de los alimentos es casi
estrictamente industrial. Las mujeres por el mismo tiempo tenían un rol diferente
en la sociedad mexicana; hoy, está inserta en casi todos los rubros de trabajo
por partida doble (trabajo pagado y trabajo en casa) y en muchas ocasiones
solas en el rubro de cuidado y manutención de los hijos. Para que las mujeres
retomen la sana práctica de la lactancia materna se tendrían que revertir esta
realidad. Cosa que, desafortunadamente, no pasará. Hoy, es frecuente ver a
mujeres pobres darles a los bebes refresco de cola a sus hijos en vez de la
leche materna.
Las
condiciones económicas, sociales, de trabajo, ideológicas son ignoradas por el
gobierno del Distrito Federal. Véase la ley laboral y las condiciones reales de
las mujeres en cualquier rubro y se verá que con una campaña mediática no será posible
para cambiar esta dura realidad. Para ello deberíamos cambiar el sistema económico,
laboral, de salud y todo lo que ha sido impuesto por el consumismo. ¿Cuántas campañas
de venta de alimentos procesados industrialmente para bebes hay en México?. Esa
campaña es hacer política y hacerle al loco con relación a la lactancia
materna.
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