El
primer y último bastión que deben conquistar con su libertad las mujeres es el
religioso. En las religiones las mujeres son tratadas como seres humanos de segunda,
tercera o cuarta categoría. Sin embargo, al parecer han dejado postergado este
rubro para la eternidad. Se sienten tan bien con su masoquismo que son
incapaces de levantar un dedo en contra de esta fuente de rebajamiento humano.
Se les hace que las formas indignas de vida revestidas de santidad son lo mejor
que les ha pasado en sus vidas.
Basta
ver una mujer religiosa para ver un sádico a su lado. Que forma tan enferma de
vida. En este rubro todo feminismo es chato, romo pero siguen hablando de
equidad de género, evitando embestir contra la base de la desigualdad. Es de
risa esta lucha perdida.
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