Cuando
era joven era demasiado ingenuo, demasiado idealista. Quería crecer; vivir
fuera del autoritarismo de mis padres, de la santa madre iglesia y de todo
poder. Me sentía asfixiado y temeroso por la falta de libertad. La vida era prometedora
pero llena de cadenas. Miraba el horizonte y me parecía infinito, inalcanzable.
Sin embargo, siempre seguí las reglas. Era malo desobedecer al cura y malo desobedecer
a los padres. Solo existían el cielo y el infierno como premio y castigo. ¡Oh,
dios!, ¿qué ha pasado en este mundo?. Esto no tiene ningún sentido. El mundo está
dividido. Yo estoy dividido. Cortado en diversos pedazos. Mi alma pertenece a
Dios o al Diablo según se miren mis actos. El sacerdote aún no se decide.
Pertenezco a mi esposa y a mis hijos; a mis padres, al sistema educativo, al
partido y, a las grandes corporaciones trasnacionales que me dictan que comprar
y como endeudar toda mi vida.
Aquí
estoy dividido como una campana rota, rajada sin ningún miramiento, mirando
hacia el socialismo de gabinete y, al capitalismo que me susurra cuan
afortunado soy de vivir en una democracia. Me conformo con ver y oír a nuestros
dirigentes políticos de cómo y cuándo será nuestro futuro. Ellos sí que
piensan. En tres lustros, quince años justos, estaremos viendo y regocijándonos
de todas estas reformas estructurales. Es un confort y una buena medicina para
mis ojos y para mi piel ajada. A lo menos moriré viendo cumplido el sueño. Pero
¿porque me siento tan vacío?. Miro el horizonte y aun me parece inalcanzable. Desearía
estar trabajando para no pensar. Esto es horrible. En mi trabajo por lo menos
estoy ocupado entre risas y uno que otro sin sabor pero hasta los sinsabores me
son apetitosos en mi soledad vacía.
Dicen
los filósofos que la soledad es buena y provechosa para los que tienen viveros
llenos de ideas pero ¿qué ideas son auténticamente mías?, todo lo bueno y lo
malo me ha sido implantado sin ninguna concesión. Mis enemigos políticos son
por imposición. Los odio con un odio que no es mío. ¡Oh, dios!, ¿Cómo he
llegado a esto?. Se suponía que mi educación me iba a llevar al éxito a tener
una buena esposa y buenos hijos. Racimos de miradas de respeto me esperaban. Solo
era cuestión de cosecharlas. Todo era un engaño. Quizá debería ir a confesarme o
ir al psiquiatra. No lo es. Estoy, irremediablemente dividido. Quizá no debería
estar pensando en esto. Quizá esto sea un atentado contra el orden establecido.
¿Quién soy yo para juzgar la realidad?.
Las
grandes ligas están muy lejos de mi realidad. Los hombres ricos se sientan y
conversan alegremente y liman sus asperezas de una manera civilizada. Vuelan de
Moscú a Londres y de allí a Nueva York. Tienen todas las respuestas de las que
carezco. Miran el mundo a miles de metros de altura. ¿Qué ira a pasar?. No
logro comprender la vida. Es demasiado para un hombre común. Mi título dice que
soy un profesionista capacitado. Mi acta de examen lleva la leyenda “Cum laude”,
por mi alto rendimiento académico. Con todo, fuera del campus universitario eso
no significa cosa alguna. Afuera hay lobos y bestias fieras que no se tientan
el corazón a la hora de hacer pedazos, de destrozar a más débil.
El
mundo es variable. Hace veinte años la educación tiraba hacia la izquierda y
Carlos Marx era su profeta; hoy, tira hacia la derecha y sus profetas son los
dueños de las trasnacionales. No hay gobiernos que no sean empresarios o
gerentes de grandes corporaciones. Los amos son casi invisibles. Como
invisibles son los amigos de la realidad virtual. Y, sin embargo, esa realidad
es tan poderosa como la realidad real.
Estoy
jodidamente dividido y no solo eso sino atrapado en mi gran soledad vacía. En
todo caso tanto el socialismo como el capitalismo, irremediablemente desembocan
en mares de soledad. He pensado en el suicidio pero es pecado mortal. Mi alma
se perdería. Eso sería espantoso. He tratado de escudriñar el horizonte pero
mis ojos me engañan y todo se ha vuelto más confuso. Es imposible caminar sólo
hacia la felicidad, hacia la realización de mi persona. Me son necesarios los guías
de todo tipo.
Debo
admitir que, ahora soy no solo ingenuo sino estúpido. En fin hay cuentas que
pagar y la deuda pública se multiplica. Por lo menos tengo un empleo y unos
veinte años de utilidad laboral. Tiempo suficiente para que los chicos logren
por lo menos un “Ad honorem”. Tiempo suficiente para comprar una tumba en un
buen lugar donde descansar. Mis deudos no tendrán que pedir limosna para mi
sepelio y entierro como mis antiguos vecinos. La elegancia lo es todo. Por ello
tenemos que contribuir para que nuestros Ministros y legisladores se vean
impecables.
Esto
no deben saberlo mi esposa e hijos. El mundo funciona y no hay que quitarles su
felicidad artificial. Que no se enteren de que somos títeres de todos los
poderes humanos y divinos. Debo guardar mis pensamientos. Las revoluciones
armadas se han terminado y los viejos revolucionarios están en sus tumbas. Los
pensamientos inquietos se han vuelto peligrosos. Es preferible una bella
historia de amor aunque esta sea frugal. Un instante puede durar toda la
eternidad.
Los
muchachos duermen y juegan en estas vacaciones. Mi esposa se despertará e ira a
las compras navideñas. Tiempo de amor y paz. Un renacer de los seres humanos.
La dicha divina se derramará en todos los hogares. Tengo que dejar de pensar en
los problemas hay otros más capacitados que yo. Tengo que dejar de pensar. De allí
me vienen todos los males. Cierto es que estoy dividido y atrapado en un mar de
crisis pero pensar no ayuda a solucionar las cosas, las empeora. Debo de
hundirme en mi dulce cama y esperar que el crepúsculo llegue. La internet y los
medios de comunicación me traerán la realidad del mundo.
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