La
lucha a favor de la equidad de géneros será un valiente fracaso mientras no se
libere de toda religiosidad. La teología siempre tiene a las mujeres en segundo
y ulteriores grados. El origen de raíz del machismo proviene por ejemplo en el
catolicismo en el mito (cuento) de que la mujer es solo una compañera del
hombre sacada de una costilla y que por ello, en el mejor de las románticas posturas
debe estar bajo el brazo del hombre en calidad de protegida da paso a la más
brutal realidad, la denigración de la mujer y su sometimiento al hombre en las
formas más bárbaras.
Las
mujeres en el catolicismo ocupan siempre lugares secundarios, son gregarias de
los hombres. No tienen un fin propio por mucho que luchen. Se les educa para
ocupar el lugar de las vejaciones y se les torna masoquistas y, a los hombres
sadistas. No me sorprende la violencia contra las mujeres sabiendo el origen
casi inamovible de su posición en la teología, en el engaño. Sin embargo, la mayoría
de las mujeres se dejan llevar por la tradición y por todas las sanciones
morales y sociales que conlleva la liberación de su condición inferior social, económica
y política. Para ellas es mejor vivir en la eterna ilusión moral de estar haciendo
lo correcto (dios así lo manda), que pasar por el víacrucis de ser tildadas de
solteronas, pecadoras, divorciadas, dejadas y un sinfín de obstáculos psicológicos
y reales.
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