Algunos Senadores
perredistas rompieron una piñata con la apariencia de Donald Trump. Esto no
tendría consecuencia alguna si los problemas del Estado mexicano no fueran un
verdadero desastre y que, con mucho es por la forma corrupta de hacer política.
Se comportaron de una forma pueblerina, infantil, vulgar e irracional. Puede
ser por la impotencia de hacer buena política que hicieron esto.
Es bien sabido que,
los políticos son ignorantes, poco cultos, a excepción de pocos. Maquiavelo
escribió su obra “Del Principado”, lo más escueta posible, sabiendo que los
políticos leen poco y piensan mal. Cada que un político habla, sueltan todo
tipo de inexactitudes. Esa misma limitación se ve reflejada en sus hechos y
actos. Ponerse a grita como si estuvieran en la cantina o un estadio de fútbol
“Eeeeh, puto”, con toda la parafernalia inconsciente de quienes deberían ser y
lo que representan, es una lástima. La mentada de madre fue su examen para
recibir el grado de pillos y picaros. Mostraron de golpe y porrazo lo que son
en verdad unos vulgares arribistas de la política.
Claro el más
entusiasta instigador de tales hechos, Miguel Barbosa, ha tratado, con su
infantil inteligencia, de minimizar lo ocurrido, diciendo que es “Humor
navideño, solo eso” y “formas de expresión”. En su limitación intelectual, el
Senador no advierte que con ese humor navideño y con esas formas de expresión,
no va a solucionar uno solo de los problemas ni siquiera de su partido. Pueden
alegar todo lo que quieran, lo cierto es que, es un desatino mayúsculo. Puede
seguir, Miguel Barbosa con sus baladronadas, decir que no se arrepiente y
manifestar que si tuviera frente a frente Trump le escupiría la cara. Que vaya
a los Estados Unidos y lo cumpla. Es Senador y tiene los medios. La diplomacia
en el estiércol. Hacen fiestas con dinero público para grabar sus bajezas y
salir ufanos a jactarse de su ignorancia.
Ahora bien, no
queremos políticos timoratos pero tampoco que hagan gala de su profundo
conocimiento de cantinas y lupanares de la más baja ralea. Hace falta oficio,
sensibilidad, prudencia en los hechos y actos de los Senadores de la república;
no están como cualquier ciudadano sino representando la cosa pública. Tienen la
investidura pública. No es una gracia la que hicieron. Representan mal lo
público. Confunden, por su ignorancia y bravuconería, la defensa de los
mexicanos con la algarabía torcida de su naturaleza humana. Están bien torcidos
y querer que solo lo veamos como “humos navideño, solo eso”, es pedirnos que
avalemos sus ñoñerías incalificables.
Esta la
Constitución General de la República, con las base para el actuar de los
representantes de los tres órganos de gobierno y a ellas deben ceñirse. Están
los medios diplomáticos para que la Secretaria de Relaciones Exteriores haga lo
conducente. Hay otras formas de expresar el desacuerdo entre Senadores y el
presidente electo de Los Estados Unidos de Norteamérica. Está la razón en su
caso pero en lugar de ello Miguel Barbosa prefiere el humor navideño que no es
otra cosa que sus limitaciones intelectuales y académicas. Esa fue su
confesión. Hay una pregunta para el Senador: ¿Qué sigue?
No hay día que no
nos avergüencen estos Senadores, políticos y gobernantes. La decadencia más
espantosa, la chunga vil como política nacional. ¡Que tiempos, que costumbres!.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario