sábado, 10 de diciembre de 2016

CONTRARREVOLUCIÓN MEXICANA




La contrarrevolución iniciada por los gobiernos priistas y panistas, con la implementación del Neoliberalismo, no podía darse de una manera rápida ni total ni en la Constitución General ni de facto. Por ello fue menester implementar toda una estrategia de reformas privatizadoras desde las leyes secundarias con todo el disimulo posible e ir privatizando por etapas graduales para no despertar al “México bronco”, y lo lograron con buen éxito.

La revolución mexicana de 1910 tenía como fines, la independencia económica, energética, darles a los campesinos la tierra, a los obreros, sueldos y derechos justos, justicia derecha para el pueblo, seguridad pública, salud pública, educación gratuita tener el Estado mexicano la propiedad del territorio nacional y la rectoría de la economía. Todo ello no se logró plenamente pero estaba en marcha con todos sus defectos.

Con las reformas estructurales de Peña Nieto todo esto se ha revertido para que la nación mexicana quede sin ningún derecho y, a merced de las trasnacionales porque no sirve el gobierno siquiera como árbitro justo. El Estado mexicano está ya al servicio de las trasnacionales, verdaderas gobernantes, dueñas y poseedoras de todos los bienes y servicios básicos para la vida.

Enrique Peña Nieto es el contrarrevolucionario mexicano por excelencia, apoyado por el PAN y el PRD que ha superado a Santana en la venta de México y, emulo de Victoriano Huerta por su sanguinaria política contra el pueblo mexicano.

Es indudable que, más de treinta años de adoctrinamiento neoliberal en el consumismo ha dejado al pueblo mexicano listo para la pasividad. Por lo general, al saberse enferma una persona, la misma vaya al médico a tratarse el mal sin dilación alguna. La corrupción, el cáncer en la política y la economía, son bien conocidos, están bien diagnosticados pero es asombroso ver como el pueblo padece con todo estoicismo este mal sin tratar de curarlo. Se lo impide la alianza del mal gobierno con la iglesia católica. El primero impone el terror a través de la violencia institucionalizada, la segunda el terror divino a través de las visiones del infierno y con mantener en la ignorancia a los fieles.


El pueblo ignora que no hace falta una revolución armada sino la acción política ciudadana a través del ejercicio de su híper libertad y derechos civiles y humanos ya alcanzados y puestos en peligros por el gobierno y las trasnacionales. Es posible limitar al mínimo la corrupción gubernamental y privada de las trasnacionales; así como sus abusos. Hace falta una revolución de ideas en mancuerna con la práctica diaria de los derechos rectores de una vida democrática: justicia derecha, castigos ejemplares a los funcionarios, gobernantes y políticos corruptos, y límites a la rapiña de las trasnacionales.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario