Para
los oficialistas el dos de octubre debe ser ya solo una celebración de un acontecimiento
viejo, perdido en el tiempo, argumentan que se deben olvidar los crímenes del
gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y volver a la concordia nacional y, eso,
generalmente sucede cuando los gobiernos posteriores ponen todo el empeño real
y efectivo para sanar dichos crímenes. En el caso del 2 de octubre de 1968 han
pasado ya cuarenta y seis años y ningún gobierno en turno ha hecho el mínimo
esfuerzo por llevar ante la justicia a los responsables, por el contrario, han
sido gobiernos tiránicos, encabezados por desequilibrados mentales, ególatras,
ambiciosos, facciosos, psicópatas y la gama de enfermedades siguen, sin que se
haya logrado imponer la democracia. Las injusticias, los crímenes siguen cometiéndose,
por el gobierno y sus dependientes con toda impunidad. Los casos de Tlayaya,
estado de México y de los estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero son
claros ejemplos. La lenta y torcida justicia que se está llevando a cabo en
ambos casos es digna de gobiernos tiránicos que mal maquillan los hechos y solo
investigan por la presión internacional e interna, en los casos que los
periodistas u otros personajes sociales investigan quedan en la oscuridad, en
el olvido.
El
2 de octubre sigue tan vivo y vigente por las circunstancias de injusticia
gubernamental, pobreza impuesta al pueblo y el abandono de los mínimos rubros públicos
que debe prestar el gobierno; ahora todo, es privado sin que haya control alguno que pueda regular a las
grandes trasnacionales. El gobierno en turno usa la vieja Ley del Garrote y la política
de minimizar los crímenes que comete y el olvido si se puede.
El
2 de octubre no se olvida porque el viejo Partido Revolucionario Institucional
y el nuevo se funden en un mismo símbolo: la tiranía despiadada, insensible que
esta presta a reprimir y matar sin ninguna concesión, a los críticos, a los
disidentes, a los estudiantes y a todo aquel que exija legalidad, legitimidad,
Estado de Derecho y democracia. Por todo ello “Dos de octubre no se olvida”, se
vigoriza, por desgracia, con cada nuevo gobierno que actúa como vil gerente de
las trasnacionales.
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