Es
más fácil allegarse riquezas materiales que volverse sabio. Esto ocurre en
todos los ámbitos sociales y en todas las religiones que no obstante predicar
el amor por el prójimo desatan el odio y la muerte a cada paso que dan. Véase
la manera prejuiciosa y torpe con que se conduce la alta jerarquía católica que
por un lado predica con gran trompetería el amor al prójimo y por el otro, no
acepta a los homosexuales y lesbianas
como seres humanos con plenos derechos jurídicos y filosóficos; por el
primer rubro también los homosexuales y lesbianas están sujetos a derechos y
obligaciones y por el segundo tienen el derecho a participar de la Humanidad
sin ninguna reticencia por parte de los demás. Eso iría acorde con el amor del que
tanto se jactan, eso sería sabio. Sin embargo, también en la alta jerarquía
cristiana se cumple mi aserto inicial; se han vuelto ricos, en cosas
materiales, hasta el escandalo pero siguen ignorantes en cuanto al humanismo,
al Derecho y la Filosofía, siguen
pensando y actuando como hace mil años.
Es
muy significativo que la alta jerarquía católica mexicana siga pasiva y tibia
ante masacres y toda clase de crímenes cometidos contra el pueblo de México y deje
solos al padre Solalinde y a Raúl Vera en una lucha heroica, acorde a su pensar
y sentir respecto al humanismo que se debe desplegar ante la corrupción y crímenes
de Estado actuales pero que es insuficiente por la corrupción profunda e
institucionalizada.
Acaba
de terminar el sínodo de Obispos en el Vaticano, en donde se ha visto a una
gran parte de ellos con ideas
francamente retrogradas, infantiles y perversas
que no solo no resuelven problema alguno sino que mantienen las viejas
disputas de hace por lo menos mil años. Ha dicho Francisco I que “La Iglesia no
debe temer a cambios ni desafíos”, con una tibieza digna del conservadurismo sin
sentido. ¿Qué sabiduría puede haber al enfrascarse airadamente con temas como
la homosexualidad y el divorcio en ese sínodo de Obispos?, ninguno. Campeo la
histeria y se ahuyentó la razón.
La
declaración del Papa está en campo del deber ser pero la realidad lo refuta de
manera inapelable en virtud de imponerse el ser
de la Iglesia: el conservadurismo
con base en los prejuicios. La alta jerarquía católica se ha vuelto rica
materialmente pero sigue pobre de sabiduría.
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