Una realidad que no otorgue a la ley y a sus
destinatarios la garantía de un buen futuro, diverso en opciones al alcance
general, vuelve el hoy pálido y sombrío. Una ley sin futuro, sin esperanza para
las niñas, niños y adolescentes es un acto vil; ya que tan pronto como se
vuelvan ciudadanos encuentran la Ley del Garrote y un no ante el intento de
ejercicio de sus legítimos y legales garantías fundamentales y el constante
atropello de sus derechos humanos por un gobierno débil ante el gran capital y
tiránico para con los gobernados.
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