martes, 28 de octubre de 2014

DESENCANTO Y AMARGURA



Al parecer las revoluciones han muerto y los cambios políticos. Los fines sociales deben de transitar otros métodos y por ende otras vías. El pasado inmediato y el análisis del mismo da la visión del futuro general inmediato. Los medios violentos han dado poco a la nación mexicana con respecto a los fines perseguidos. El inicio  violento pero balbuceante de independencia culminó en 1821 y durante todo el largo lapso se pensó que este objetivo se había logrado; con la implementación del Neoliberalismo (La supremacía de las grandes trasnacionales sobre el Estado moderno), el Estado mexicano ha vuelto a caer en la dependencia política con otras características.

Con las Leyes de Reforma y la guerra civil (1857-1860) se creyó que el Estado mexicano se había separado del Estado mexicano; con Carlos Salinas de Gortari, en el año de 1992 se volvió a dar injerencia legal (la de facto nunca desapareció),  a los teólogos y en especial a los altos jerarcas católicos.  

La revolución mexicana (1910), reaccionó en contra de  la dictadura de Porfirio Díaz y se creyó que se había alcanzado la democracia y hasta se dijo que la Constitución General de México era una de las más avanzadas del mundo; hoy sabemos que es la fuente de corrupción y de impunidad.

Lázaro Cárdenas intentó una independencia económica  en el rubro energético y casi lo logró pero  el Priato escamoteo los fines de la revolución, creando tres grandes sectores que aglutinaron a la sociedad mexicana y el Partido Revolucionario Institucional, siendo una parte de la nación mexicana representó  como el todo. Se  creó un sistema casi absoluto que no permitió ser fracturado por la vía armada.  Pareció la dictadura Perfecta y no resultó tan perfecta. Nadamos entre dos riveras: a la orilla de las fuentes de la democracia y en las duras aguas de la tiranía. A la manera de Sísifo esa perece ser la maldición de la nación mexicana por querer la libertad, la justicia y la democracia. Carga la enorme piedra de la dictadura de los partidos y cuando ya casi alcanza la cima  vuelve rodando hacia la sima la pesada carga.

La expropiación petrolera terminó a manos de los herederos del Priato, los tecnócratas Neoliberales  y  no les está yendo como creían. Sin embargo, la Historia humana no conoce vueltas atrás en su devenir y se tendrá que transitar esta época (Híper-modernidad)  según la nación mexicana de respuesta a los obstáculos que encuentre o se le impongan. Entender el momento histórico es el inicio de la respuesta a ese mismo momento y su siguiente.

El nadar entre dos riveras es una dialéctica política que debe superar el pueblo mexicano; es por decirlo así, la prueba de su mayoría de edad. Todo proceso tiene sus virtudes y defectos, sus intentos y fracasos  que se deben superar. Solo los desencantados inactivos prejuiciosos creen que ninguna cosa tiene sentido más que su amargura. Una buena idea una acción positiva puede resultar ineficaz, insuficiente pero no invalida. La suma consciente seria la respuesta inicial.


Respecto a los medios y a los métodos se deben ponderar que las vías violentas hasta ahora no han logrado la independencia económica, política y religiosa  y sin descartar la revolución armada (Esta se dará o no, según las circunstancias), se deben probar las que están a la mano e incluso crear otras. Hasta ahora la protesta social y en las redes ha mostrado su eficacia, aunque contingente en el tiempo y los hechos. No se trata de tomar las armas y salir a disparar contra los gobernantes, políticos y burgueses, eso es muy simplista e ingenuo. Sospechamos que este método no nos ha permitido abandonar las riveras del desencanto y la amargura y, con todo, no se debe ni se puede dar marcha atrás a la lucha ni abandonar la razón a capricho.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario