El
Estado tiene tres componentes básicos (Población, territorio y gobierno), el
gobierno y la población son los dos elementos dinámicos que determinan el
funcionamiento del Estado. Claro dentro de la población, teóricamente, son los
ciudadanos los que tienen el mayor peso en la determinación política ya que son
el objeto de ser del Estado y el fin del quehacer del mismo.
México
ha resentido los efectos del Neoliberalismo, no es posible sustraerse a la acción
de cada periodo histórico. La Humanidad ha pasado por diversos estadios y no sería
correcto decir que dentro de un sistema económico una nación, pueblo, feudo o
Estado se puede sustraer del todo de su época. El Neoliberalismo es, al
parecer, el grado máximo de producción y consumo de bienes y servicios (Esa
loca idea de explotar hasta el agotamiento los recursos naturales y de todo
tipo), que tiene como fin el máximo consumo por persona y la máxima ganancia
bajo la premisa de que el Estado solo debe estar como mero observador y en el
caso preciso como legitimador, legalizador y policía al servicio de este
sistema económico.
No
es fortuito que los legisladores mexicanos en los tres niveles de gobierno tengan
la fijación y las ansias privatizadoras que han mostrado en los últimos cuarenta
años y en especial los últimos trece. El órgano legislativo mexicano ha caído rendido
ante el empuje del Neoliberalismo y a abierto las puertas con gran ánimo para
que todo se privatice. Si se tiene que desde el Renacimiento la idea de
libertad y su práctica se ha ganado a base de grandes batallas de ideas, ideológicas
y de armas no debería darnos prurito que en México se quiera imponer la libertad
y su correlativo la responsabilidad.
En
mucho y para mal ha contribuido el sistema político que ha impuesto el paternalismo
hacia la gran mayoría del pueblo con fines electorales. Es paradójico que los gobernantes
y políticos hayan implementado tantos y tantos programas asistenciales y que
cada sexenio se incrementen en millones los pobres. Simple y sencillamente
porque esos programas están destinados a ser burocratizados y la ayuda que
llega es para el consumo inmediato sin tener fines a mediano y largo plazo con
su trasfondo electoral.
Imponer
el Neoliberalismo debería conllevar una gran reforma del Estado y fijar las
nuevas bases sobre las cuales el gobierno en sus tres niveles se debe comportar
de manera clara, justa, productiva y bajo las más estrictas normas
administrativas, civiles y penales que acoten la corrupción gubernamental. Es
bien sabido que en México la mayoría de personas fracasadas y toda clase de
picaros, pillos y verdaderos delincuentes ingresan a la política en busca de
allegarse de bienes y públicos así como del erario. De la noche a la mañana se
han visto familias enteras pasar del anonimato a los grandes titulares de las
revistas de sociedad a través del enriquecimiento ilícito y toda la gama de malas
artes propias del sistema político mexicano.
El
pueblo mexicano con su pasividad ha dejado el camino abierto y sin medios
efectivos para castigar los excesos de los gobernantes y políticos que han
corrompido lo público a grados indecibles. Bajo esta premisa los políticos se
han convertido en una clase casi divina que dirige mal las cosas públicas sin
ninguna responsabilidad. No es posible que tengan éxito las privatizaciones
(todas las anteriores lo demuestran) mientras de manera correlativa los
gobernantes y los políticos sean sujetos de derechos y obligaciones. Derecho a
percibir un sueldo pero sujetos a todas las leyes administrativas, civiles y
penales para combatir todo exceso de los gobernantes y políticos.
El
Estado mexicano ya solo legisla sobre los que le indican los dueños del gran
capital y esta como guardián de ese mismo sistema económico. Tiene semejanza el
actual Estado mexicano con los sistemas fascistas que todo lo hacen bajo la
legalidad si, pero bajo una legalidad que lacera y vulnera de manera encubierta
pero efectiva los derechos fundamentales de los mexicanos en todos los rubros: alimentación,
seguridad pública, educación, vivienda etc.
Ahora
bien, no todo está perdido ya que solo los mexicanos en solidaridad con las demás
naciones (y viceversa), podrá acotar los
excesos gubernamentales y políticos. En consecuencia debe haber una concientización
de los derechos políticos y su ejercicio pleno para corregir el Estado
deficiente en que vivimos. El dilema es, pues, quitarles el enorme poder a los
gobernantes y políticos para someterlos al Estado de Derecho (Kelsen diría que
esto es una redundancia, para el Estado y Derecho se identifican).
Si
se va a someter a los mexicanos al sistema Neoliberal se debe también someter a
los gobernantes y políticos a las leyes justas que acoten su enorme poder y
pasen a formar parte de los sujetos de obligaciones. Es decir, que se dé el
marco jurídico bajo el cual verdaderamente los ciudadanos y en general la población
tenga pleno campo de4 acción para desarrollarse y exigir de los gobernantes y políticos
una conducta si no intachable por lo menos decente de conducirse en lo público
respecto a la política.
En
la actualidad ya casi todo el territorio mexicano está sujeto a la privatización;
los servicios públicos están en el umbral de las privatizaciones, la población está
sujeta a esas privatizaciones y sin salida y el gobierno está como mero mirón y
represor para imponer este sistema económico. No tenemos el capital económico para
combatir el Neoliberalismo pero si la acción política para acotar a los
gobernantes y políticos y someterlos a la legitimidad y la legalidad que es menester en estos momentos. Claro
no una legalidad como la que impera hoy sino una que se construya en términos de
las necesidades de acotar ese mal llamado política mexicana y llamo la atención
sobre el termino política mexicana como una mal ya congénito pero focalizado
solo en el Estado mexicano.
Los
mexicanos somos tan buenos como cualquiera en cualquier campo de guerra, lo que
nos ha tenido atados son la espantosa religión imperante y el sistema político de
cuates que reina en México. Si nos
mandan o decidimos ir a la guerra debe ser bajo la premisa de que sea con fusil
(derechos efectivos).
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