La
aceptación o imposición del neoliberalismo exige que el gobierno mismo se sujete
a reglas claras e ineludibles que combatan la corrupción y todo desvío que
imponga trabas a la libertad, la justicia y a la igualdad entre los ciudadanos.
Por su parte, la ciudadanía debe tener la seguridad y la certeza de que sus
derechos fundamentales y humanos no pueden ser violados sin los trámites previos
que la misma ley exige y que en todo momento tiene en el Derecho los medios
para defenderse de la arbitrariedad y los excesos de los gobernantes. En México
el gobierno está imponiendo cargas impositivas, trocando el trabajo en vil mercancía
barata, está haciendo la venta de todo lo público en privada subasta a quien más
le convenga sin ceñirse a las propias reglas del neoliberalismo. La tiranía partidaria
le ha ganado la mano al pueblo y en un albazo se ha encerrado para malbaratar
todo lo que quede de público sin ninguna responsabilidad.
De
este Congreso no pueden salir más que miserias para el pueblo y nuevos ricos
que pronto se codearan con los viejos ricos. Cínicamente proclaman ser mártires
de la democracia mientras se hunden bajo la protección de la violencia legítima
del Estado que legitima toda traición, toda impunidad, toda corrupción y hasta
toda imbecilidad.
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