Desde
la creación de las religiones ha habido personas que han mirado su construcción
como inherente al ser humano pero con toda su crudeza. Para Séneca la religión tenía diversos aspectos: La
religión es considerada por la gente común como verdadera, por los sabios como
falsa, y por los gobernantes como útil. Esto tiene su base en el primer caso la
necesidad de creer en un ser o seres superiores ante a las limitaciones de la
vida y del conocimiento vulgar de la gente común (doxa); en el segundo caso, se
trata del conocimiento filosófico y/o científico que basándose en el uso de la razón
y los datos comprobables se tiene el conocimiento superior del sabio y en el tercer
caso, se esta ante el caso del utilitarismo, los políticos saben que a un
pueblo se le domina mas por las creencias ciegas, por las supersticiones y
mitos que por la razón.
No
es raro ver a las clases dominantes estar en acuerdo sobre las formas de
gobierno imperante. Generalmente la clase política y la clase religiosa están en
pleno acuerdo para seguir manteniendo al pueblo en falsas creencias para su
gobernabilidad. La religión cala tanto en el pueblo dada su implementación desde
la niñez que es imposible que el grueso de la población salga del mito
explicativo sobre la existencia humana y de la realidad. Es tan arraigado el
pensamiento religioso en la mayoría de gobernados que no importa cuantos grados
académicos se consigan en primer y
ultimo lugar se tendrá presente la fe ciega en la teología. Es lastimoso como
las mejores mentes se atrofian con la implantación de cuentos para niños.
Fundamentalmente el pensamiento mítico se incuba desde la niñez cuando el
entendimiento es nulo a la realidad factual, no se tiene ningún conocimiento
solido razonable ni ningún método o instrumento para dilucidar la realidad de
la ficción. Sobre esta base se fija la vida futura. Ya pueden ir y venir toda Filosofía
y todas las ciencias a tratar de sacar a las personas de sus creencias ciegas
con toda inutilidad.
Ahora
bien, eso también lo sabían los gobernantes y los religiosos del imperio azteca. La religión era la base de la vida de
todos los pueblos prehispánicos al punto de no poderse separar la teología de
la política. Así, cuando los españoles llegaron muy pronto supieron que un
cambio de paradigma religioso era posible para el dominio de los pueblos autóctonos
de lo que hoy llamamos América. La supremacía de los dioses se puso en marcha y
resulto que el Dios único y verdadero de los vencedores fue impuesto a los
vencidos. La Tonanzin de los aztecas fue trocada en la virgen María y después la
religiosidad de los pueblos prehispánicos y la necesidad imperiosa de salir de
la perdida del horizonte de la vida hicieron el resto de la historia. Ahora el
pueblo mexicano es igual de fanáticamente religioso, tanto como en el estadio prehispánico.
Es decir, que sigue siendo instrumento maleable tanto de la casta política como
sacerdotal. Y francamente no se ve su liberación del mito. No importa cuantas razones
filosóficas o científicas se le de al pueblo, no lo entenderá, su razón ya
contiene el pecado original intocado: no comerás del árbol de la sabiduría. Por
otro lado, no se dan cuenta que a los gobernantes les conviene la religión por
pura utilidad sin que necesariamente ellos crean ni observen los ritos
religiosos. De eso nos da una buena muestra sincera Nezahualcóyotl:
Se dice que Netzahualcóyotl estudiaba la naturaleza,
los astros, las plantas y animales. Por tanto tenía un conocimiento muy
superior a la del pueblo (cosa ya indiscutible). “Conocía la inutilidad de la
idolatría y les recomendaba a sus hijos que participaran en los ritos y todo lo
que tenía relación a las prácticas religiosas, para congraciarse con el pueblo
pero, que sin embargo, en su interior repudiaran tales usos”.
Ahora bien, las castas dominantes cuando entienden a
cabalidad su papel y las condiciones reales a que deben servir un determinado
fin de superioridad del pueblo, del Estado han querido siempre y en todo lugar
un pueblo fuerte que sirva a los propósitos mas elevados, de dominio de la vida,
de derroche de fuerzas que busquen en todo momento su justificación no solo utilitaria
sino vital. Eso es de lo que las castas dominantes en México carecen. Véase a
los hombres poderosos de México: Slim, Salinas Pliego, Emilio Azcárraga o
cualesquiera otros con su beatería sin sentido, con el único fin de ganarse un
centavo mas que sus competidores; véase a los sacerdotes con su hipocresía de
una vida feliz en al mas allá o a los políticos entregados a la rapiña de los
bienes públicos. Todos ellos siervos de sus pasiones y de la burguesía extranjera.
Y, a eso le llaman patriotismo. Patriotismo centavero.
Es conmovedor ver al pueblo mexicano ser trasquilado
por ambas castas, política y sacerdotal, aferradas al poder más por el engaño
que por la fuerza, la virtud o la verdad. A esto súmesele la casta mercantil y
se tiene ya el cuadro básico de la vida mexicana. La vida mexicana es una vida acrítica,
dogmática en su esencia. Sobre esta base esta sentado el poder de los sacerdotes
y gobernantes. La base de los comerciantes esta basada en la mercadotecnia que
crea necesidades innecesarias, falsas, nacidas bastardas. Bien podría uno decir
con Sócrates: ¡Cuantas cosas hay que no necesito!. En cambio el pueblo todo
necesita, empezando por creer en cualquier cosa.
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