martes, 25 de diciembre de 2012

HABLA LA MORAL ROMÁNTICA CRISTIANA, DEL SEXO




"El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero de todas las experiencias vacías que existen, hay que reconocer que es una de las mejores."

El sexo no es una experiencia vacía, tiene sus efectos benéficos tanto en lo físico como en lo mental. El romanticismo y la religión vaciaron fatalmente al sexo de su contenido y fuerza vital y lo llenaron de amor moralino. Soterradamente se considera al sexo en su práctica material como una conducta pecaminosa, una cosa sucia, vulgar, un pecado en sí. Y, sin embargo, hasta ahora, es la forma común de que el ser humano sea procreado.  Esta práctica natural y placentera ha sido envilecida por la moral cristiana.

Por otro lado, se puede apreciar que no hay congruencia en lo dicho moralmente. Tan es así que se ve clara la contradicción en la jerarquización de “experiencias vacías”, diciendo que “es una de la mejores”. ¿Cuáles serán las otras experiencias vacías de la misma jerarquía que el sexo?. Quizá fue por falso pudor que se dice una de las mejores y no la mejor. El principio de no contradicción puesto en vigor por Parménides hace esto evidente: No puede ser y no ser al mismo tiempo. ¿Cómo puede ser experiencia vacía y a la vez ser mejor que otras experiencias vacías?. Para ser mejor debe tener por lo menos el mínimo contenido positivo que la haga, a pesar de su supuesta vacuidad, mejor que otras experiencias vacías y entre ellas una de las mejores. Ahora bien, ni por el empirismo el sexo es una experiencia vacía ya que deja una impresión o idea ni por sus efectos es vacía ya que deja una satisfacción psicológica y un desahogo natural en lo físico. Solo los muy moralistas tratando de quedar bien ante los ojos de otros moralistas pueden hablar de manera semejante. Aceptar la sexualidad como cosa inherente y natural a los seres humanos es muestra de salud mental y falsas concepciones. 

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