En
México, al parecer se desconoce una vieja regla para iniciar a escribir: “Primero
piensa y luego escribe”; y, ni siquiera esta valiosa regla es garantía de que
se escriba bien, hace falta disciplina en el estudio, en el pensar y, en el
escribir. Claro, a eso se le debe sumar la vocación y el ánimo inquebrantable de la disciplina. Sin embargo, llevados por un estúpido orgullo de seguridad, primero
se escribe y, después se piensa con todas las limitaciones inherentes. Ricardo
Garibay, decía ser, orgulloso con las personas pero modesto ante la palabra. Había
descubierto la belleza del escribir pero también su dificultad.
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