jueves, 21 de septiembre de 2017

EL PODER DEL PUEBLO



Las desgracias humanas nos muestran hechos y actos que están ocultos a la vista durante la  vida cotidiana; simplemente están latentes pero no se pueden ver. El sismo de este diecinueve de septiembre de dos mil diecisiete, mostró plenamente que, la sociedad civil es mucho más dinámica y solidaria ante este tipo de desgracias. El gobierno, en sus tres niveles simplemente llegó tarde, cuando ya los ciudadanos tenían el control del rescate de los afectados.

La política tiene como fin central la obtención del poder y su conservación. Para ello, al gobierno le es menester tener el control de los medios de comunicación de todo tipo; para eso tiene un presupuesto que llaman de “comunicación social” que en realidad es todo un aparato para manipular al pueblo. Las empresas más grandes son destinatarias de contratos millonarios para que, las noticias se digan de tal o cual manera acerca del gobierno para que este parezca virtuoso aunque la realidad sea totalmente diferente.  

Inmediatamente la realidad se impone sin ninguna concesión, se ve la fragilidad y vulnerabilidad del gobierno ante la actuación de la población en masa. Simplemente todo el aparato gubernamental se ve lento y es rebasado. No es casual que el gobierno de Enrique Peña Nieto y gradualmente los dos restantes niveles vayan limitando y después desplazando a la sociedad civil, si esta se da cuenta de su poder, el gobierno estará perdiendo su poder y razón de ser.

Que el pueblo ignore su poder, que siga pasivo, que no pase a la acción y si pasa es imperioso detenerlo por medio de acciones autoritarias a como dé lugar es el fin de primordial del gobierno. Los gobernantes y políticos están dispuestos a dar concesiones para calmar al pueblo. Inicialmente, el presidente del Instituto Nacional Electoral, se había negado a que, parte del presupuesto destinado a los partidos se aplicara a la reconstrucción y atención a los afectados, con el pretexto de que, “se cometerían delitos”. La presión social en las calles y en las redes logró lo que parecía imposible que, los presidentes de los partidos más importantes se pronunciaran por ceder parte de ese presupuesto y hasta Lorenzo Córdova aceptó a buscar una salida legal para que esto fuera viable.


Por desgracia, pasado el momento trágico, los ciudadanos vuelven a su vida cotidiana y se olvidan de su poder. Sin embargo, ese poder no puede desdeñarse ni es menor sino el verdadero poder soberano del pueblo y, cuando este se decida de manera rápida y fulminante puede cambiar el régimen como en la revolución mexicana de 1910; basto un poco más de seis meses para que un régimen que había durado más de treinta años cayera irremediablemente, Porfirio Díaz renunciara y, finalmente tomara el Ypiranga rumbo a Francia.  


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