Las
épocas cuando se terminan lo hacen por lo general, en medio de crisis y las
crisis generalmente se padecen pro se entienden poco y muchas veces no se
entienden. Los gobernantes y políticos en su ignorancia pues son pragmáticos,
no atinan a dar respuesta a las demandas reales e inmediatas, están cuadrados a
la antigua de mala manera; se han convertido en una clase parasita muy alejada
del pueblo, de la realidad.
Se
ha terminado la postmodernidad y se ha iniciado la híper modernidad. En esta época
todos los bienes y servicios para la vida deben costar, por ello, se deben
privatizar y se ha dejado a los ciudadanos abandonados a su suerte ante la
actividad de las grandes trasnacionales; el gobierno aunque sigue siendo
designado constitucionalmente actúa mas ya como una Gerencia General al
servicio de las grandes empresas.
¿Tiene
sentido habar de pueblo como soberano?, ¿Qué papel juegan los ciudadanos en
este contexto?. Claro que tiene sentido hablar del pueblo como soberano. El ciudadano
es el centro de toda actividad en virtud de estar solo y abandonado a su suerte
por el gobierno en sus tres niveles. Se terminó el gobierno paternalista. Se ha
modificado todo el marco legal para que, los ciudadanos no tengan ya protección
como trabajador, como campesino, los dos rubros más amplios y castigados de la economía.
Los
servicios antes públicos se han privatizado y se seguirán privatizando para que
los ciudadanos paguen la educación, la seguridad, la salud y todos los rubros
aunque sean fundamentales para el desarrollo del pueblo. Esto es perverso
porque siendo servicios públicos ya habían sido creados y funcionaban con los
impuestos, es decir, con dinero público pero al pasar al sector privado se
pagan estos servicios a mayor precio. Lo que costó a muchas generaciones
construir se pasa al sector privado tan rápidamente que, no hay forma de dar
marcha a tras de inmediato porque no se entiende a cabalidad sus consecuencias.
Es un verdadero despojo legal pero moralmente indebido.
Pero
esto no queda en este punto. Si los servicios deben costar, para sujetar aún más
al pueblo mexicano los bienes nacionales corren la misma suerte, se privatizan
a través de concesiones a 30, 50 0 99 años con la posibilidad de volverse a
concesionar si el negocio es bueno, en caso contrario se vuelve la
responsabilidad al pueblo para que, con dinero público, es decir, del pueblo se
haga el saneamiento de todo el desastre dejado por el sector privado. Las
trasnacionales no son responsables de la contaminación, sobreexplotación, destrucción
o afectación social y, mucho menos son culpables es decir, no se les puede
castigar.
¿Todo
está perdido?, no, precisamente al estar los ciudadanos abandonados y, a merced
de los gobernantes, políticos y trasnacionales, deben organizarse y darle su
pleno sentido a su soberanía a través, precisamente de los ciudadanos que,
organizados deben exigir buenos gobiernos y que se normen a las trasnacionales
para hacerlas responsables y, en su caso culpables de sus hechos y actos.
Los
ciudadanos deben pasar de ser pasivos a dinámicos e inmiscuirse en la política,
en caso de no hacerlo las cosas no pueden más que empeorar agravando la crisis política
y económica pues aunque, en apariencia son rubros diversos, están íntimamente
ligados. La tarea no es fácil ni sencilla. Formas de organización hay diversas,
en organizaciones no gubernamentales, Asociaciones civiles sin fines de lucro y
todas las formas que puedan los ciudadanos crean sin dejar las tradicionales
pero con un nuevo cariz; los ciudadanos en forma individual son el centro de
toda actividad.
Así,
pues, los ciudadanos deben tomar consciencia de su abandono por parte del
gobierno pero también de su poder individual y colectivo para imponer su poder
soberano, tanto a las trasnacionales como al propio gobierno. No hay que echar
las campanas al vuelo ni claudicar en la lucha. Es difícil pero se ha visto que
la presión social en las redes sociales y en lo físico dan sus frutos,
encaminando la dirección de la política, de la ayuda solidaria, tanto del
gobierno como de empresas. Pero tal ganancia social no es definitiva ni total. En
consecuencia el pueblo debe estar vigilante y en permanente acción contra
gobierno y trasnacionales.
Antaño,
eran los obreros los que se oponían a la clase burguesa en la llamada lucha de
clases; sin embargo, las trasnacionales han puesto a campesinos, obreros, amas
de casa, estudiantes, trabajadores independientes, empleados, es decir, a todo
el resto de las clases sociales como objetivo de su actividad de rapiña y
despojo; en consecuencia esa lucha es ya entre los pueblos y la burguesía. Por
ello, el poder soberano aunque mermado debe rehacerse para combatir a las
trasnacionales y gobierno.
El
temblor ha sacado a la luz la ineficiencia de los gobernantes, la mezquindad de
los políticos, los excesos negativos de funcionarios como Lorenzo Córdova, la
ruindad de algunos mexicanos, pero sobre todo la solidaridad ante este tipo de
tragedias. Si esta misma solidaridad se opusiera a gobernantes, políticos y
trasnacionales no podría soportar el empuje vigoroso del pueblo. Imaginen las consecuencias
cuando el pueblo se ponga de acuerdo y no obedezca leyes y ordenes absurdas o
contrarias el interés del pueblo o que se niegue a comprar determinado producto
de una transnacional o quitar del puesto a determinados políticos corruptos. El
gobierno de Peña Nieto se quiere mostrar como líder en esta tragedia sin querer
reconocer que fue la sociedad civil la que respondió y sigue respondiendo ante
las necesidades de todo tipo. Este solo pensamiento de tomar acción debe espantar
a gobierno, políticos y trasnacionales. Pero la palabra y la acción la tienen
los ciudadanos en particular y, el pueblo en general. Ya se verá.
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