domingo, 24 de septiembre de 2017

EL ACTA DE DEFUNCIÓN DEL RÉGIMEN PRIISTA



El sismo de mil novecientos ochenta y cinco, lo recuerdo como si hubiera sido hace treinta y dos años, (las matemáticas lo confirman), fue mucho más trágico que estos, todos juntos, aunque se haya concentrado principalmente en el entonces Distritito Federal. Mucho tiempo ha pasado, muchas cosas, circunstancias han cambiado, muchos gobiernos han pasado; lo que sigue intacta es la esencia de los mexicanos y su solidaridad al reconocerse plenamente como integrantes de un mismo pueblo, como hermanos y como abandonados del mismo régimen de gobierno.

Por aquel entonces ya se estaban aplicando las privatizaciones de la república. El Estado mexicano caía en plena decadencia, se iniciaba el desmantelamiento sistemático del Estado de bienestar. Como paliativo tuvo verificativo la Copa del Mundo de 1986 y México entró al GATT. Se estima que, de 1155 empresas públicas quedaron 443 al final de este primer bloque de privatizaciones.

La crisis que carcomía al régimen dictatorial priista se reflejaba en lo externo al proponer, De la Madrid, un plan nacional que abarcaba al gobierno y, a la sociedad civil. Pomposamente la llamó “La Renovación Moral”. Un plan de palabras porque en los hechos los negocios en las privatizaciones eran recorridos por la corrupción y revestidas con la impunidad.  

Se iniciaba una nueva época con el fraude electoral de 1988 que dejó en el poder a Carlos Salinas de Gortari, quien impuso el Tratado de Libre Comercio y extendió el acta de defunción del Estado moderno mexicano pues únicamente se crearon más pobres y se exportaron más mexicanos hacia Los Estados Unidos de Norteamérica. El régimen priista se volvió más represor y lanzó contra Los Zapatistas toda la fuerza del Estado tratando de exterminarlos. La sociedad civil no lo permitió.

Con Salinas de Gortari, se privatizó Telmex, (Se dio pauta para que Carlos Slim se volviera el hombre más rico del mundo con lo público), se dio pauta para la privatización del campo, se dio entrada a la iglesia a lo público y como previo los efectos de las privatizaciones con tanta corrupción  creo el Programa Nacional de Solidaridad y Desigualdad con dos fines, paliar la pobreza y sujetar a los pobres electoralmente.

Finalmente, entre Ernesto Zedillo Ponce de León y Carlos Salinas nos heredaron el “Error de diciembre”, una crisis sin precedentes que dejo a millones sin patrimonio y endeudados hasta lo indecible.

Los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón fueron una extensión del régimen priista pues no hubo transición democrática sino transición de corrupción e impunidad hacia el Partido Acción Nacional y las privatizaciones seguían en pie. El Estado ya no respondía a las necesidades del pueblo. Calderón tuvo que poner, ilegalmente, en su locura de implantar “El Reino de Dios en la Tierra”, al ejército en labores de policía y las matanzas de todo tipo se incrementaron exponencialmente.

El segundo fraude electoral implementado por el PRI y el PAN en beneficio de Calderón se emitió su tercera versión para dejar en el poder al más corrupto entre los corruptos, enrique Peña Nieto. Este títere ha servido para sepultar totalmente al Estado moderno mexicano con la profundización de las privatizaciones. El Estado moderno está muerto, bien muerto. Exterminado.

Se puede ver claramente como la decadencia del gobierno mexicano de manera cíclica ha traído la decadencia del Estado mexicano, del pueblo mexicano. Han sido más de treinta años de puras desgracias económicas, políticas para el pueblo, matanzas, saqueo de lo público, corrupción e impunidad. Ahora bien, ¿Qué hará falta para que el pueblo cambie su forma de pensar y comportamiento ante tanta inutilidad gubernamental. Los mexicanos somos muy dados a las ceremonias desde tiempos ancestrales, a las tradiciones, al estoicismo, a la pasividad, a pensar que en “El mas allá”, estos malos gobernantes lo pagarán con creces.

Quizá sea también nuestro masoquismo ese que aún vive, pervive y sobrevive a pesar de toda la luz que nos arroja la ciencia y la filosofía sea importante para nuestro pensamiento y comportamiento apocado. La educación es otro rubro fuente de ignorancia y domesticación hacia un fin desconocido para el pueblo pero claro para los gobernantes y políticos. No se puede, claro, eludir los casi noventa años de sometimiento a un régimen hecho para el control total del pueblo. La larga tradición del régimen a través de sus gobernantes de las represiones, las matanzas, el caudillismo, el caciquismo y, la ausencia de real justicia.  

En efecto, demoler el conjunto de ese régimen cimentado en el terror, en la ignorancia, en el corporativismo, en la pobreza extrema, en el autoritarismo, apuntalado en los fraudes electorales merma, quebranta la esperanza popular y hace que sea un trabajo titánico que requiere el concierto general del pueblo.

Cada año, asistimos a un cabo de fin de año de este régimen totalitario; cada sexenio nos brota la esperanza y esta, es cercenada por la corrupción y la impunidad; cada matanza, con cada hecho de desapariciones forzadas acudimos al entierro de este mal gobierno y en cada ocasión fracasamos y nos lamemos las heridas sangrientas. La desesperanza cumple, nos sentimos quebrantados. Pero la tarea no es fácil y el, sacrificio debe ser continuo y cada vez más amplio y fuerte.

Este diecinueve de septiembre de dos mil diecisiete, la sociedad civil le asesto un marrazo a este sistema rebasándolo en toda su amplitud; viene la contraofensiva gubernamental para recobrar el control social. La sociedad civil debe regresar a la monotonía, al orden del que tanto gusta al gobierno, esa quietud donde se puede corromper lo público, donde se pueden hacer fraudes lectorales a pesar de la bancarrota moral del actual gobierno de Enrique Peña Nieto.

Los daños estructurales que tiene este gobierno no pueden ser reparados por el mismo gobierno. Treinta y dos años de corrupción e impunidad han llevado a una bancarrota legal, moral, de servicio y utilidad del gobierno que no podrá ya ser vigente. Lo recomendable es el cambio total del Estado mexicano, empezando por el gobierno.

¿Qué herencia nos deja Peña Nieto?, ninguna buena; nos dela la bancarrota total del Estado mexicano y, en especial del régimen. Carlos Salinas y Pela Nieto fueron los asesinos del Estado mexicano y sus enterrados con tanta corrupción en conjunción con Zedillo, Fox y Calderón. Se les puede ver danzar sobre la tumba y sacar cada que les conviene la carroña que queda del Estado para devorar las entrañas putrefactas y aullar sus victorias pírricas para el pueblo pero pingues para ellos.


Terminemos la tradición de venerar a los muertos políticos, a los gobiernos corruptos, a los fantasmas del pasado y, dejemos de entronar a los mismos corruptos, rompiendo y enterrando esa tradición que ha sido nuestra tumba: el sistema priista, adorado por los panistas y, ahora perredistas.


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