Los
priistas han apostado su triunfo a un único hecho, que Andrés Manuel López Obrador,
no gane en el 2108 la presidencia de la república. Para ello, han construido el
personaje de Andrés Manuel como un ambicioso que lo único que le importa es el
poder por el poder. Hacen de lado que millones de mexicanos están artos de la corrupción
de más de 80 años de Partido Revolucionario Institucional. Pintan a López
Obrador como “un peligro para México”, mientras los priistas privatizan lo que
le ha costado cientos de años a los mexicanos construir: bienes y servicios públicos
en todas las ramas de la economía.
El
discurso del odio hacia López Obrador es consistente con su objetivo: seguir en
el poder político todo el tiempo posible mientras se hacen irreversibles las privatizaciones
o por lo menos costosas para los mexicanos y pingues ganancias para las grandes
trasnacionales. El único discurso que tienen los priistas tiene como fin el de mermar,
por lo menos lo suficiente, la credibilidad de López Obrador y pintarse ellos
como los salvadores del pueblo.
Que
no haya beneficios inmediatos de las reformas priistas, ellos mismos, lo
atribuyen a que, deben pasar por lo menos dos sexenios más para ver los
beneficios, justo el tiempo para que se olviden sus delitos o los mismos estén prescritos,
sus excesos porque se estará combatiendo la corrupción imperante en ese momento.
Callan y con ello contribuyen a mentir pues en el sexenio de Enrique Peña Nieto
se han creado dos millones de pobres más y no hay esperanza real de que, estos
cambie positivamente.
Peña
Nieto, el más corrupto entre los corruptos del nuevo PRI, en cualquier Estado
en donde impere la justicia como valor ya estaría en la cárcel desde hace un
par de años, por lo menos. Sin embargo, un sistema legal que permite los
excesos no puede ser de manera alguna bueno, sabiendo que estarían impunes los
priistas, y cualquier político delincuente, no hicieron las reformas
constitucionales para que los delitos cometidos por servidores públicos fueran
graves por el hecho de ser de interés público.
Si
en el discurso se trata de minar la credibilidad de López Obrador, de facto el
PRI ha puesto a su servicio al Partido Acción Nacional, al Partido de la Revolución
Democrática y al Partido Movimiento ciudadano, con la promesa de llenarlos de puestos
y dinero. Los dos primeros fueron, no hace mucho, los comparsas que firmaron “El
Pacto por México”, y, ahora simulando sus nexos con el PRI, dicen que lo combatirán;
únicamente los incautos creerán semejante mentira.
La
estrategia es clara. Se ha creado un brazo discursivo y otro de hechos que
tratan a toda costa de cerrar la pinza en torno de Andrés Manuel para minar
toda posibilidad de triunfo, a pesar de ser los priistas y secuaces, los que
han hundido al pueblo mexicano en la más terrible pobreza, sujetándose a los
mandatos del gobierno estadounidense en lo político y económico. En lo político
el gobierno mexicano sirve como aguijón contra Venezuela y Corea del Norte y
todo Estado nacional que se oponga a los estadounidenses. En lo económico las
privatizaciones deben hacerse hasta con lo más vital: el agua.
Claro
que, una buena parte del pueblo no cree en las mentiras de los priistas y
comparsas pero hace falta únicamente que un pequeño porcentaje vote o venda su
voto o se logre a través del fraude para que el régimen siga gobernando y,
gobernando con los más ignorantes, traidores y corruptos como Peña Nieto. No
importa la falta de inteligencia, de probidad y buen gobierno pues como Peña
Nieto cualquier otro priista fungirá como mero Gerente General para que todo lo
público se vuelva privado.
Los
priistas hacen ver a López Obrador como el único que desea el cambio de régimen
y, que venciéndolo, a como dé lugar, esto traerá el desencanto y la sumisión
del pueblo mexicano; eso no pasará. Las puertas de la democracia, de la
justicia están al alcance y, la muerte de este régimen es inevitable. Los
mexicanos debemos cuidar, a toda costa, que la lucha por la democracia y todas
sus consecuencias siga aun sin el liderazgo de Andrés Manuel y, a costa de
nuestras propias vidas. La vida sin los valores como guías y sin su práctica
como forma de vida no merece ser vivida.
Esta
lucha por la democracia no es de un único hombre por muy importante líder que
sea, es, de todo el pueblo consciente y, sería muy significativa su falta en la
lucha pero esta no debe detenerse. Por ello, es menester abrir frentes en toda
la república mexicana en contra del PRI y sus comparsas. Que no cunda el desánimo
porque en los momentos más difíciles para los mexicanos, salen a relucir los
actos heroicos, el verdadero amor a la patria. Ejemplos hay muchos de gran
relevancia como el gobierno de Benito Juárez, que parecía una locura combatir
contra el imperio francés y, sin embargo, venció.
Parecía
una locura tratar siquiera de derribar la dictadura de Porfirio Díaz, y,
surgieron hombres como Francisco Villa y Emiliano Zapata entre muchos otros que
sería ocioso nombrar. Hoy, parece una locura tratar de luchar contra el régimen
priista y su prótesis política, el Frente Amplio Democrático y, sin embargo, no
hay otra opción; más aún, el pueblo necesita de enemigos de gran calado para irse
curtiendo, templando para la lucha política.
El
siguiente año se decidirá si el pueblo mexicano estará apto para tomar conciencia
de haber llegado ya, a su mayoría de edad, a su momento histórico de cambiar su
destino manifiesto por uno propio. De la misma manera que los priistas, únicamente
hace falta que un porcentaje mínimo se vuelva hacia las filas democráticas para
dar sana sepultura a este régimen de terror. Las huestes contrarias están ya en
el campo de guerra, las intenciones, principal y accesorias se han fijado como
objetivos. No hay más que esperar el momento, mientras se templan los demócratas
en batalla tras batalla sin dar ni pedir cuartel.
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