Las
personas o pueblos desesperados tienen pensamientos y conductas desesperadas. Muchos
judíos prefirieron suicidarse antes que rendirse ante los romanos, los alemanes
prefirieron creer en el nazismo antes de escoger otra solución a sus problemas,
muchos de los prehispánicos prefirieron morir antes de ser dominados y convertirse
al catolicismo. En todos estos ejemplos existió desesperación.
En
México estamos viviendo una crisis política, económica y social que ha dejado a
la delincuencia en libertad de delinquir sin que se imponga la justicia sino la
muerte aunque le pongan el eufemismo “abatimiento”. En este mismo contexto
muchos que han visto claramente la debilidad del gobierno en sus tres niveles
para controlar la delincuencia se han lanzado a cometer delitos que en otras
circunstancias no cometerían.
El
sistema oral acusatorio ha mostrado todas sus debilidades para tratar con los
delincuentes que, sin mayores trámites salen libres bajo medidas cautelares
poco efectivas para asegurar que no vuelvan a delinquir y francamente no se ve
que vayan a mejorar, tanto los policías, los ministerios públicos y todos
aquellos que participan en este sistema. Por si fuera poco la escasa preparación,
no hay el personal suficiente para dar trámite a tantas querellas y denuncias. La
solución es peor que la solución liberar a delincuentes con el pretexto del beneficio
del actual sistema.
Ante
la ola creciente de delincuencia, muchos sin mucho o nulo conocimiento piden
que se imponga la pena de muerte a los delincuentes que cometan delitos graves.
Los desesperados ignoran que en México ya no existe en la Constitución General la
pena de muerte, misma que estaba prevista en el artículo 22 constitucional. Adicional
a esto no existe en el Código Nacional de Procedimientos Penales un procedimientos
para ejecutar la hipotética pena. Por si fuera poco, no existen métodos para
llevar a cabo la ejecución de la pena de muerte (Lugares de reclusión, forma de
ejecutar la pena silla eléctrica, inyección letal, ahorcamiento o cualquier
otra forma).
Se
ha visto en los Estados que tienen la pena de muerte en vigencia que la misma
no disminuye los índices de delincuencia y, que el procedimiento judicial no es
infalible y se han ejecutado a personas inocentes y eso es, irreparable. Por
otro lado, la pena de muerte es indicio de la civilidad racional de los
pueblos, no se puede responder a la violencia delictiva con la violencia del
Estado, eso es irracional, únicamente los brutos pueden aplaudir la barbarie institucionalizada.
Se
ha enfocado mal la ola delincuencial; su origen está en la extrema pobreza
originada por la supremacía que han logrado las grandes trasnacionales y la cosificación
de los seres humanos que ahora se trata como mercancía común. Ahora bien si el
problema es económico no se puede solucionar con la pena de muerte, con la
barbarie porque seguiría existiendo el origen de los delitos. En efecto, a
mayor pobreza mayores índices delictivos porque se tiene que por lo menos comer
a como dé lugar. Una mayor distribución
de la riqueza para la mayoría en general sería una buena forma de iniciar la solución
de las conductas delictivas. Claro se tendría
que luchar contra las grandes trasnacionales para que claudiquen en su fin de concentración
de la riqueza en pocas personas mientras millones se encuentran en la pobreza y
otros tantos en la pobreza extrema. Claro que la educación de buena calidad, la
salud pública, la seguridad pública y el combate a la corrupción de los
gobernantes no podrían faltar.
Como
en toda sociedad con desesperados e ignorantes, estos piden sin reflexionar la
pena de muerte en lugar de luchar contra los malos gobernantes y las grandes trasnacionales
que han pactado el sometimiento de los pueblos; en resumen, los poco seso,
prefieren sacrificar a los más desesperados (Que no es justificación a los
delincuentes), que se ven obligados a delinquir que pensar rectamente y actuar
contra los responsables de la extrema pobreza. El pensamiento bárbaro de los
que piden la pena de muerte legitima y legaliza la violencia del Estado para
matar con toda impunidad. Si lucharan con tanto fervor contra los malos gobernantes
ya hubiéramos avanzado pero prefieren estancarse en la irracionalidad que
pensar bien y actuar en consecuencia.
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