La
sentencia de Lucio Anneo Séneca respecto de la religión “La religión es
considerada por la gente común como verdadera, por los sabios como falsa y, por
los gobernantes como útil”. Es sencilla y clara. Ahora bien, por naturaleza
queremos más la satisfacción de nuestros deseos personales que el bien ajeno;
en consecuencia, al momento de elegir la libertad y el sometimiento elegimos la
seguridad del vasallaje.
Una
verdadera revolución debería iniciar con educar a los niños en la filosofía, en
la técnica, en la ciencia antes que en la religión pero de común hacemos todo lo
contrario, iniciamos la educación de los niños enviándolos a los sacerdotes
quienes los inician en el conocimiento de lo desconocido; en las fantasías
retorcidas; en adelante creerán que la religión es verdadera, serán burla de
los sabios e instrumento de los políticos.
La
religión crea una segunda naturaleza espuria en los seres humanos tan resistente
que es muy difícil que una presa salga con ayuda ajena y menos por el esfuerzo
propio. Las fantasías se vuelven verdaderas y la realidad una mentira. No es
infrecuente encontrar personas que tengan doctorado y nieguen la realidad a
toda costa y, aun pierdan la calma.
Una
verdadera y adecuada educación debe iniciar por ejercitar la racionalidad sobre
la realidad y no con la torcedura de la racionalidad hasta tornar irracional a los seres humanos y
de ahí, nunca aceptar la realidad como verdadera sino la metafísica teológica
como verdadera.
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