Javier
Duarte se ríe, del sistema de investigación y del sistema judicial y de paso
del pueblo, tal y como muchos gobernantes y políticos lo hacen; esto no es la excepción
sino la regla. Esto tiene su base en la estructura del sistema de administración
publica ya que, son los mimos gobernantes los que tienen bajo su control la fiscalización
y vigilancia de lo que administran (Un estado, la Ciudad de México, un
municipio o la república mexicana).
Los
presidentes municipales tienen bajo su dominio a la contraloría municipal,
misma que se encarga de vigilar que no haya corrupción en toda la estructura de
gobierno, incluyendo al presidente municipal. ¿Qué contralor se va a atrever a
vigilar el comportamiento ilegal de su jefe superior jerárquico y que, por lo
general le debe el puesto en total complicidad?. La mayoría de las veces se
contrata a contadores y todo el personal para que los números cuadren, se compra
las voluntades de los regidores, de periodistas, con la complicidad de
legisladores y el propio partido que lo llevó al poder para que su presidente
municipal salga airoso de su gestión aunque esta haya sido francamente mala.
Claro,
se puede pensar que falta que supere la fiscalización del Congreso Local
correspondiente, allí entran los legisladores del partido para operar lo que se
tenga que operar para que el alcalde salga limpio como un cristal recientemente
pulido. Los partidos pactan a través de sus fracciones parlamentarias el filtro
de las gestiones de sus respectivos alcaldes. La opinión pública es eso: opinión,
doxa.
En
el ámbito estatal el gobernador en turno tiene todos los medios para salir sin ningún
problema y, en especial a la Secretaria de la Contraloría que en teoría seria
la encargada de vigilar a todos los funcionarios públicos, incluso al
gobernador, sin embargo, existe el mismo pacto de complicidad para que el sistema
de corrupción no caiga y únicamente algún descuidado o ambicioso en demasía sea
el chivo expiatorio. El caso más emblemático es el de Javier Duarte que cubrió
lo más posible sus ilícitos en su administración al grado de preguntarles a los
inútiles fiscales federales: ¿Cómo lo hice?, seguro de haber dejado pocas
pruebas o muy endebles de sus delitos. Se le acusa de delincuente no de
pendejo.
Ya
se podrán imaginar a nivel federal los recurso que tiene el presidente en
turno; no es casual que Vicente Fox, Felipe Calderón no hayan siquiera no
pisado la cárcel sino haber tenido una sola acusación será por sus excesos
delictivos; y muy pronto Enrique Peña Nieto se ira a gozar de lo material
malamente habido sin que se le persiga por su delirante corrupción. Todavía
recuerdo vívidamente la investigación que ordeno el propio corrupto sobre la
Casa Blanca.
Ahora
bien, para que esto se termine o inicie su fin, es menester que, la fiscalización
esté en manos de la ciudadanía para que todo servidor público sea debidamente
vigilado en el manejo del erario y de todo lo público. Pero eso únicamente sucederá
si los ciudadanos toman consciencia de su lugar en el nuevo Estado híper
moderno y actúan en consecuencia. El sistema corrupto da sus últimos coletazos
pero que socavones hace en lo público.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario