miércoles, 19 de julio de 2017

¿CÓMO LO HICE?. SE LE ACUSA DE DELINCUENTE NO DE TONTO



Javier Duarte se ríe, del sistema de investigación y del sistema judicial y de paso del pueblo, tal y como muchos gobernantes y políticos lo hacen; esto no es la excepción sino la regla. Esto tiene su base en la estructura del sistema de administración publica ya que, son los mimos gobernantes los que tienen bajo su control la fiscalización y vigilancia de lo que administran (Un estado, la Ciudad de México, un municipio o la república mexicana).

Los presidentes municipales tienen bajo su dominio a la contraloría municipal, misma que se encarga de vigilar que no haya corrupción en toda la estructura de gobierno, incluyendo al presidente municipal. ¿Qué contralor se va a atrever a vigilar el comportamiento ilegal de su jefe superior jerárquico y que, por lo general le debe el puesto en total complicidad?. La mayoría de las veces se contrata a contadores y todo el personal para que los números cuadren, se compra las voluntades de los regidores, de periodistas, con la complicidad de legisladores y el propio partido que lo llevó al poder para que su presidente municipal salga airoso de su gestión aunque esta haya sido francamente mala.

Claro, se puede pensar que falta que supere la fiscalización del Congreso Local correspondiente, allí entran los legisladores del partido para operar lo que se tenga que operar para que el alcalde salga limpio como un cristal recientemente pulido. Los partidos pactan a través de sus fracciones parlamentarias el filtro de las gestiones de sus respectivos alcaldes. La opinión pública es eso: opinión, doxa.

En el ámbito estatal el gobernador en turno tiene todos los medios para salir sin ningún problema y, en especial a la Secretaria de la Contraloría que en teoría seria la encargada de vigilar a todos los funcionarios públicos, incluso al gobernador, sin embargo, existe el mismo pacto de complicidad para que el sistema de corrupción no caiga y únicamente algún descuidado o ambicioso en demasía sea el chivo expiatorio. El caso más emblemático es el de Javier Duarte que cubrió lo más posible sus ilícitos en su administración al grado de preguntarles a los inútiles fiscales federales: ¿Cómo lo hice?, seguro de haber dejado pocas pruebas o muy endebles de sus delitos. Se le acusa de delincuente no de pendejo.

Ya se podrán imaginar a nivel federal los recurso que tiene el presidente en turno; no es casual que Vicente Fox, Felipe Calderón no hayan siquiera no pisado la cárcel sino haber tenido una sola acusación será por sus excesos delictivos; y muy pronto Enrique Peña Nieto se ira a gozar de lo material malamente habido sin que se le persiga por su delirante corrupción. Todavía recuerdo vívidamente la investigación que ordeno el propio corrupto sobre la Casa Blanca.


Ahora bien, para que esto se termine o inicie su fin, es menester que, la fiscalización esté en manos de la ciudadanía para que todo servidor público sea debidamente vigilado en el manejo del erario y de todo lo público. Pero eso únicamente sucederá si los ciudadanos toman consciencia de su lugar en el nuevo Estado híper moderno y actúan en consecuencia. El sistema corrupto da sus últimos coletazos pero que socavones hace en lo público.

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