El
Diablo ha sido o mejor dicho fue, durante mucho tiempo el origen del mal y el responsable de todas las malevolencias.
Amo absoluto de la Humanidad, siempre tentando al ser humano. Desató los más
terribles temores y miedos. Su solo nombre causaba espanto.
Los
teólogos católicos usaron y abusaron la idea del Diablo para imponer una moral del
miedo, de terror, irracional y totalitaria y por mucho tiempo este método fue
efectivo sobre pueblo el mexicano.
La
política en el Priato (más de 70 años) uso y abuso de la idea totalitaria del
partido de Estado que desplegaba todos los métodos imaginables e inimaginables
no solo de terror pánico sino de matanzas, desapariciones, torturas bajo una
nula democracia y ausencia de verdadero Derecho que protegiera al pueblo.
Crearon tres grandes sectores: El obrero, el campesino y el popular en donde se
estancaron las demandas revolucionarias y se escamoteo al pueblo su libertad momentánea,
su democracia y se convirtió en una dictadura maquillada de democracia que parecía
perfecta pero no lo fue. Ese fue el viejo Priato.
El
deseo de los priistas por volver a sus viejas y deshonrosas glorias no termina
con la alternancia y han regresado con la misma idea. Sin embargo, no se han
dado cuenta que ya no existe esa nación mexicana moldeada por la vieja moral católica y por la vieja política totalitaria de terror
absoluto. Los gobernantes mexicanos
crearon una política de cerrazón y por ello se abstenían de siquiera
opinar sobre política de otros Estados nacionales para así no recibir critica
alguna. Y, durante mucho tiempo les funcionó.
Con
la caída del Muro de Berlín (1989), el Neoliberalismo se lanzó a la conquista
de los Estados nacionales más débiles entre los que se encuentra México de
manera inmediata y de pronto se abre la sociedad mexicana y el gobierno
mexicano a la globalización de forma irremediable. Las redes sociales rompen el
ya endeble cascaron de la cerrazón sin que los gobernantes, políticos y medios de comunicación tradicionales se
dieran cuenta plena de ello y una buen
aparte de la nación mexicana se vuelve abierta
hacia lo que pasa en todo el mundo. La moral cambia radicalmente en este
sector de la sociedad mexicana, la política
cambia de la misma manera.
El
Diablo y el totalitarismo se resquebrajaron y
casi desaparecen en la parte de la sociedad mexicana más abierta y
avanzada. Sin embargo, quedan vastos vestigios de atraso moral y político. El
viejo totalitarismo moral y político se niega a morir y como menesteroso,
vistiendo traje de democracia invita a los ciudadanos a volver al redil del
Nuevo PRI que es el Viejo PRI. Este sistema obsoleto, grosero y vil de política
ya no tiene cabida en una buena parte de
la sociedad pero se niega a morir, se anida e incuba en las partes de la nación
mexicana más pobres, más ignorantes y por ende, mayoritarias y más necesitadas.
Allí existe una parte del pueblo mexicano con una forma de vida cerrada, allí
hace falta trabajar para que la democracia se imponga.
Otra
cosa resulta en la parte de la nación mexicana abierta e informada, en donde el
viejo sistema político y moral languidece y anda todo enteco y ojeroso. Allí el
diablo se ha trivializado, allí el viejo sistema de terror político se enfrenta
y se trivializa.
Los
priistas no se dan cuenta que en esta parte de la sociedad, abierta, avanzada y
consciente, no tiene cabida y es, hasta motivo de risa. Como muestra del
fracaso de esa vieja forma de hacer política quedo en claro con las
imputaciones sin bases sólidas que le hicieron y siguen haciendo a Andrés
Manuel López Obrador respecto a sus vínculos con el prófugo José Luis Abarca,
ex presidente de Iguala. Culpar a su enemigo político de los antecedentes y crímenes de Abarca desató olas de risa, gozo,
burla y críticas hacia Manlio Fabio Beltrones, Cesar Camacho y toda la vieja
guardia priista. Esta vieja treta que antaño funcionaba cuando los priistas tenían
el control casi total del gobierno y de la nación mexicana ya no es efectiva
ante la nueva realidad: una buena parte
de la nación mexicana ya maduró y no está sujeta al sistema priista que añora
el totalitarismo político. Sin embargo, los viejos priistas (camuflados en la sofistiquería
del “Nuevo PRI”), siguen con sus viejos métodos anti democráticos, tratando de
dar la apariencia de demócratas y guardianes de la legalidad pero la larga cola
aparece y todo da al traste. Se les voltea el “Chirrión por el palito”, les
sale “El tiro por la culata”, se dan un tiro en la pata y se esconden para aullar su dolor; elevaron a López Obrador a grados que no había podido alcanzar por propio esfuerzo.
El
diablo y sus discípulos ponen cara agria y no saben cómo actuar en un mundo en donde
los mitos ya son cosa del pasado. Sería buena cosa que los pesimistas tomaran
algunas cucharadas de esta realidad para que a lo menos medio controlen su desánimo
y en algo contribuyan a la democratización del poder político y este entre al
redil del Derecho efectivo.
Se
trivializa la vieja moral y el viejo sistema político del Priato porque se
quiere y se toma la vida en serio con la jovialidad de la libertad, sabiendo
que no todo está perdido y que la respuesta a todo lo malo en política y moral
esta precisamente en la sociedad, en el individuo que, aunque híper individualizado,
tiene consciencia y puede solidarizarse y actuar en consecuencia.