lunes, 8 de septiembre de 2014

DEMÓCRATAS



Es común que cualquiera se llame demócrata y se asuma como tal; sin embargo, eso es solo la parte formal, falta que los hechos, corroboren en todos los rubros, sin duda alguna que, quien se autonombre demócrata, efectivamente los sea.

Los requisitos nos vienen dados, tanto por el concepto como por la realidad. En el primer rubro se tiene que, ser demócrata debe ajustarse al concepto de democracia. El término democracia está conformado por las raíces griegas demos=pueblo y kratos=poder y esto deriva en que, en tal sistema de gobierno el pueblo ejerce su soberanía en los fundamentos y los fines que persigue el pueblo y los que gobiernan ajustan su proceder de acuerdo a las bases política y los fines sociales establecidos sin torcer o interpretar subjetivamente los mismos en detrimento del pueblo y en favor de un grupo o persona determinada. De aquí se deriva la obediencia de los gobernados y los gobernantes a la ley. Por un lado, los primeros solo les está impedido lo que la ley les prohíbe y a los segundos, solo les está permitido lo que la ley les ordena.

En este contexto, el Órgano Legislativo le corresponde, de manera preponderante en la formalidad, el hacer de las leyes mediante el proceso respectivo, al Órgano Ejecutivo, en lo formal le es, inherente la aplicación de las leyes en el ámbito administrativo y al Órgano Judicial, formalmente la aplicación de las leyes en el ámbito de la impartición de justicia. Todo ello con base en la soberanía nacional y en favor del pueblo. “Del pueblo y para el pueblo”, resume la democracia sin quedar agotada la doctrina.

Ahora bien, cuando algún gobernante o político, sea este de derecha, centro o de izquierda con sus variantes, se asuma como demócrata deberá pasar por la criba de lo ya enunciado de manera tal que no deje de observar uno de los presupuestos ya que, estos están de tal forma encadenados que, no observando uno deja vulnera la democracia en su totalidad.

En el rubro de las garantías individuales y los derechos humanos debe ponerse especial acento dado que, es, sobre los gobernados sobre los que recaen o sufren la violación de los mismos y debe haber una procedimiento eficaz para reparar el daño y sancionar  a los infractores. Sin la satisfacción de estos dos rubros no puede hablarse propiamente de democracia.


Por otro lado, la consecución del poder político debe ser tal que no se compren voluntades por ningún medio ni se coacciones a los votantes para que emitan en tal o cual sentido su voto. Si se compran votos y no se observan rigurosamente no solo las leyes sino los principios democráticos, se estará ante una simulación viciosa y no ante la democracia y los infractores de la ley o delincuentes no podrán llamarse demócratas sino todo lo contrario, tiranos en sus diversas modalidades. Entonces, el pueblo tendrá el derecho absoluto de cambiar su forma de gobierno o de quitar a los malos gobernantes sin ninguna responsabilidad. La soberanía nacional no debe ni puede tener límites ni censores, dejaría, el pueblo, de ser soberano.


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