La
traición como es bien sabido, siempre proviene de los amigos y procede con
todas las ventajas por parte del o los traidores pues en caso contrario no es
tal. En esta elección de candidatos a puestos públicos he oído hablar con harta
frecuencia de traiciones y, las hay, se perciben hasta con los ojos cerrados.
Se ve claramente la traición en todas sus formas; es una tormenta que se
avecina y, a la que hay que enfrentar. ¿Qué hacer ante semejante hecho?. Ningún
acto negativo eso es de rufianes de la peor calaña. Se debe tener el sumo
cuidado de no volverse la cara de la misma moneda, el gemelo idéntico de los
traidores; esto si se tiene la suficiente madurez, en tal caso, como los árboles
altos y fuertes se deben enterrar aún más las raíces en el propio suelo moral;
descansar el peso en la personal base ética, y, soportar con alegría la tormenta
y, en medio de la noche tornarse un sol que rompa la penumbra en círculos excéntricos.
¿Cómo van a conquistar los traidores sin el arco tenso y las flechas certeras otorgadas
únicamente a los valientes?.
En
todo caso, ya lo dijo Arturo Schopenhauer, mostrar enojo o ira en los gestos es
de mal gusto, los únicos animales venenosos son los de sangre fría. Se
debe esperar en la soledad de la isla Lemos sin desear otro destino que el
propio. Total que al estar bien armados lo demás poco importa aun si la mañana
se acerca o huye porque en plena oscuridad damos en el blanco.
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