Hay
dos corrientes políticas que están tratando de imponerse en sustitución del régimen
priista. Una es impulsada por la auténtica izquierda mexicana y quiere la democratización
de la política, la otra por los seguidores del régimen priista, a pesar de ser
de derecha (PAN), de una supuesta izquierda (PRD), o del partido en el gobierno
(PRI), que quieren el continuismo del régimen priista con sus cambios mínimos.
El
régimen priista estaba basado dos vertientes; en el totalitarismo político pues
el presidente era el único que iniciaba el movimiento electoral, erigiéndose como
el gran elector ya que elegía además de su gabinete a gobernadores, senadores,
diputados al Congreso General, a todos los Ministros de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, presidentes municipales, diputados de los Congresos Locales y
gobernaba el, entonces, Distrito Federal a través de un regente.
La
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, era prolija en darle
facultades al presidente y por si esto fuera poco, las leyes secundarias le
otorgaba muchas más facultades que lo hacían todopoderoso. En este contexto, la
política dependía casi exclusivamente del presidente.
Por
si el rubro político no fuera suficiente, el jefe del ejecutivo federal tenía
una facultad, atributo o función más; de igual importancia pero en el plano económico.
La rectoría de la economía estaba bajo la rectoría del Estado mexicano pero al
ser el motor de la política debía tener la dirección de la economía para no
tener obstáculos o contradicciones ajenas a la voluntad propia y fines del partido
único de Estado (PRI), así que, a través de las facultades legales, el
presidente tenía a su disposición la economía. Durante muchas décadas el Estado
mexicano se cerró y fortaleció su dura armadura con la doctrina Estrada que
contiene dos principios: “La autodeterminación de los pueblos para aceptar,
mantener o sustituir a sus gobiernos”, y el de “No intervención”.
Ahora
bien, por el primer principio, el gobierno no se pronunciaba sobre el
reconocimiento o no para con un gobierno extranjero y, por el segundo principio
evitaba que otros gobiernos se inmiscuyeran en los asuntos internos del Estado
mexicano. En efecto. En realidad los principios tenían el mismo objetivo desde
diversas perspectivas ya que, por el primero el Estado mexicano evita aceptar o
rechazar criticar a los gobiernos mexicano con el fin de que los mismos, no se
atrevieran criticar al régimen priista; el segundo, impedía la intervención del
Estado mexicano en los asuntos extranjeros pero evitaba las críticas. Era un
Estado cerrado. Hay otras versiones respecto a la doctrina Estrada pero son formalistas
que no toman en cuenta la realidad. Por lo cual no las tomo en cuenta sino lo
factual. Hoy, la actitud ha cambiado México es un Estado abierto, por la fuerza
de la economía.
Con
la pérdida de las facultades electorales y sobre la economía, ya que la primera
le fue arrancada por la oposición, principalmente de las izquierdas (PRD y
otras), y la segunda, fue eliminada por el poder de las grandes trasnacionales que,
son las que imponen con su poderío el funcionamiento del mercado. El presidente
en turno ya únicamente es un instrumento de su propia corrupción y de las
trasnacionales, ha dejado de ser el gran elector y el motor de la economía.
Claro, no deja de ser un gran legislador que sigue propiciando ya no a su
partido sino a las grandes empresas. Es casi un Gerente General.
Hay
que tomar en cuenta los dos sexenios en que gobernaron los panistas; sin
embargo, no hay mucho que decir, pues casi fueron doce años de priismo al
estilo panista. Vicente Fox y Felipe Calderón, adoptaron toda la estructura
priista para su propia corrupción e impunidad propias al saborear el poder
presidencial con toda su decadencia en curso.
Del
Presidencialismo, ya únicamente quedan despojos y la nostalgia por el poder;
con todo, los políticos, en su gran mayoría son ignorantes pero muy hábiles
para darse cuenta de este hecho y, en plena acción los más ambiciosos que ven perderse
este sistema político corrupto se han unido en un pacto para hacer un gobierno
de coalición sin importar las endebles ideologías. El PRD ha visto perder sus
miembros y simpatizantes al punto de estar a punto de sucumbir; el PAN sabe que
no le alanza ir solo para recuperar la presidencia de la república y hasta el
PRI, temeroso de perder la presidencia se ha unido a esta propuesta. El
gobierno de Porfirio Díaz, fue una dictadura personal, después, llegó la
dictadura del partido único de Estado (PRI), agotado este régimen se propone la
dictadura de un gobierno de coalición. Por el momento, y como ejemplo, están
Miguel Ángel Mancera por parte del PRD, como candidato a dirigir la coalición,
de lado del PAN esta Rafael Moreno Valle y, hasta por el PRI, se apunta Manlio
Fabio Beltrones.
Este
tipo de gobierno de coalición no tiene como objetivo la democracia sino alargar
lo más posible el sistema político priista pues les reporta ganancias económicas
enormes con la seguridad de la impunidad. El pueblo debe rechazar el gobierno
de coalición pues el neoliberalismo ha sido el llamado a la acción del
ciudadano en su híper individualidad y debe ser el mismo ciudadano mexicano
quien debe intervenir decididamente para sepultar el régimen priista y avanzar
hacia la implantación de la democracia, la justicia, la libertad, la
solidaridad común del pueblo. En caso de no hacerlo, pagara cara su inactividad
con mayor sometimiento, tanto político como económico.
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