sábado, 19 de agosto de 2017

LA AUSENCIA DE GOBIERNO EN MÉXICO



“El hombre es en fondo una animal, una fiera.
No le conocemos sino domado, enjaulado en ese estado llamado civilización.
Por eso retrocedemos con terror ante las explosiones accidentales de su naturaleza.
Que, caigan, no importa cómo, los cerrojos y las cadenas del orden legal, que estalle la
anarquía, y entonces se verá lo que es el hombre.

Arturo Schopenhauer.

Con esta sentencia brutal, amarga, inadmisible pero que está detrás, entre bambalinas pero que ha mostrado sus rostro desde hace sexenios en México y, se debe reconocer guste o no. El gobierno da una cara, un rostro sonriente del pueblo mexicano con el discurso de que, a pesar de todo, vamos por el único y buen camino de la privatización y la conversión de la vida como un artículo de segunda categoría a valorar pues lo material es lo primerísimo lugar como valor más preciado. La vida sui es la de los pobres no tiene sentido valorarla el llamado “Estado de Derecho”, el gobierno, esta para salvaguardar la acumulación ilimitada de bienes y servicios a manos de pocos en su modalidad de propiedad privada.

La privatización de los bienes y servicios públicos ha traído como consecuencia, el retiro del gobierno, en buena medida, de la seguridad pública. La seguridad pública debe privatizarse y les debe costar a los que la quieran, Los efectos han sido inmediatos. Se han intensificado los delitos de todo tipo y la impunidad se extiende por toda la sociedad, dando paso a más delitos. Mal llega el cambio de sistema penal acusatorio, en plana crisis política. Se sabía de este cambio jurídico penal y el gobierno en sus tres niveles estuvo y casi sigue entando en inacción para implementar el sistema oral acusatorio.

Bajo la fachada de calidez humana que presenta el gobierno y la sociedad mexicana misma propia para turistas, ha salido a relucir con toda su espantosa verdad la naturaleza salvaje, bárbara no únicamente de la delincuencia organizada sino de la misma sociedad que no ha tenido empacho en linchar a quienes cometen delitos. Los linchamientos se ven con buenos ojos por ser inmediatos y sin responsabilidad para los que los cometen, en general. Sin embargo, son los efectos de la descomposición social y gubernamental. La sociedad debería exigir y actuar para que el gobierno tenga a la seguridad pública como tal y no como una mercancía más al alcance de los que puedan pagar su propia seguridad.

La palabra que simboliza la retirada del gobierno de la seguridad pública efectiva lo es la llamada autodefensa. Una palabra que significa todo el abandono en que esta el pueblo. Ante la ausencia del gobierno en este rubro, la población se ha visto en le necesidad de armarse y tratar de defenderse. Pero entonces, el gobierno se encabrita y declarar ipso facto fuera de la ley las autodefensas y persigue a sus integrantes con más dureza que a los delincuentes más peligrosos. Ante esto, poco, muy poco, puede hacer la nación mexicana que se ve enfrentada por dos flancos, los delincuentes y el gobierno.

Es significativo que las ciudades se hayan vuelto grandes selvas donde los delincuentes se ponen a la caza de los más débiles. Impera la Ley del Más Fuerte, y los índices delictivos se han incrementado y, francamente no se ve cuando pueda volver la seguridad pública a niveles mínimos de confianza. Se han tapizado fachadas de casas y empresas con mantas, pintas y lonas con la leyenda de estar la sociedad civil en vigilancia constante sobre los delincuentes. Un efecto más de la retirada del gobierno de la seguridad publica efectiva. No es raro encontrar casas que tengan claramente la intención de ser una cárcel con todos sus accesorios con sus púas de alambres en la parte superior de las construcciones. La gente se nota claramente nerviosa y desconfiada.

En muchas zonas rurales los hechos son igual o más de preocupantes por su brutalidad hay una ausencia del gobierno casi absoluta, incluso, las mismas autoridades están rebasadas por el crimen organizado y no es sorpresa que las mismas autoridades estén coludidos con la delincuencia y las mismas sean la delincuencia organizada. ¿Cómo combate esto el gobierno en sus tres niveles?, con comunicados, ruedas de prensa, spots y palabrería que tiene poco contacto con la realidad.

Antaño, los linchamientos se veían con mayor frecuencia en las zonas rurales, donde las fuerzas del orden brillan por su ausencia o no están capacitadas para lidiar con este tipo de fenómenos sociales. Personal policiaco que se con ningún control o medios de control deficientes y no importa el nivel de escolaridad porque no se quiere dar buen servicio público sino ejercer un presupuesto y mal justificar los gastos.

Lo más grave lo constituye la barbarie desatada por la ausencia del gobierno en sus tres niveles es ver cómo han caído los cerrojos y cadenas del orden legal acicateando a las turbas a practicar los linchamientos con toda su barbarie. Este mismo patrón de barbarie se ha trasladado a las grandes ciudades sin que el gobierno tenga un real control sobre los desesperados y furiosos ciudadanos que hacen pactos de complicidad y silencio para salir impunes de los linchamientos. Los justicieros solitarios han surgido como una respuesta rabiosa a la pasividad gubernamental.


Al gobierno no le importa mucho la realidad sino la percepción que se tenga de la misma y está más interesado en sostener un sistema político obsoleto pero por su forma corrupta lo sostienen pues le reporta ganancias corruptas pero un amplio manto de impunidad mientras la nación mexicana retrocede en civilización y se acerca más a la barbarie, a la ley de la selva aplicada en todo el territorio. Vemos surgir, tras la máscara de la vista de los turistas la fea cara de la violencia sin límites. Lo peor es, que puede el pueblo acostumbrase a esta violencia al grado de abandonar el marco jurídico. Es imperioso terminar con este sistema político corrupto y refundar el Estado mexicano con base en la ley, la justicia, la libertad y límites al gobierno y, a la acumulación ilimitada de la propiedad privada a menos que se quiera la anarquía total y sus consecuencias.  


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