“El hombre es en
fondo una animal, una fiera.
No le conocemos
sino domado, enjaulado en ese estado llamado civilización.
Por eso
retrocedemos con terror ante las explosiones accidentales de su naturaleza.
Que, caigan, no
importa cómo, los cerrojos y las cadenas del orden legal, que estalle la
anarquía, y
entonces se verá lo que es el hombre.
Arturo
Schopenhauer.
Con
esta sentencia brutal, amarga, inadmisible pero que está detrás, entre
bambalinas pero que ha mostrado sus rostro desde hace sexenios en México y, se
debe reconocer guste o no. El gobierno da una cara, un rostro sonriente del
pueblo mexicano con el discurso de que, a pesar de todo, vamos por el único y
buen camino de la privatización y la conversión de la vida como un artículo de
segunda categoría a valorar pues lo material es lo primerísimo lugar como valor
más preciado. La vida sui es la de los pobres no tiene sentido valorarla el
llamado “Estado de Derecho”, el gobierno, esta para salvaguardar la acumulación
ilimitada de bienes y servicios a manos de pocos en su modalidad de propiedad
privada.
La
privatización de los bienes y servicios públicos ha traído como consecuencia,
el retiro del gobierno, en buena medida, de la seguridad pública. La seguridad
pública debe privatizarse y les debe costar a los que la quieran, Los efectos
han sido inmediatos. Se han intensificado los delitos de todo tipo y la
impunidad se extiende por toda la sociedad, dando paso a más delitos. Mal llega
el cambio de sistema penal acusatorio, en plana crisis política. Se sabía de
este cambio jurídico penal y el gobierno en sus tres niveles estuvo y casi
sigue entando en inacción para implementar el sistema oral acusatorio.
Bajo
la fachada de calidez humana que presenta el gobierno y la sociedad mexicana
misma propia para turistas, ha salido a relucir con toda su espantosa verdad la
naturaleza salvaje, bárbara no únicamente de la delincuencia organizada sino de
la misma sociedad que no ha tenido empacho en linchar a quienes cometen
delitos. Los linchamientos se ven con buenos ojos por ser inmediatos y sin
responsabilidad para los que los cometen, en general. Sin embargo, son los
efectos de la descomposición social y gubernamental. La sociedad debería exigir
y actuar para que el gobierno tenga a la seguridad pública como tal y no como
una mercancía más al alcance de los que puedan pagar su propia seguridad.
La
palabra que simboliza la retirada del gobierno de la seguridad pública efectiva
lo es la llamada autodefensa. Una palabra que significa todo el abandono en que
esta el pueblo. Ante la ausencia del gobierno en este rubro, la población se ha
visto en le necesidad de armarse y tratar de defenderse. Pero entonces, el
gobierno se encabrita y declarar ipso facto fuera de la ley las autodefensas y
persigue a sus integrantes con más dureza que a los delincuentes más
peligrosos. Ante esto, poco, muy poco, puede hacer la nación mexicana que se ve
enfrentada por dos flancos, los delincuentes y el gobierno.
Es
significativo que las ciudades se hayan vuelto grandes selvas donde los
delincuentes se ponen a la caza de los más débiles. Impera la Ley del Más
Fuerte, y los índices delictivos se han incrementado y, francamente no se ve
cuando pueda volver la seguridad pública a niveles mínimos de confianza. Se han
tapizado fachadas de casas y empresas con mantas, pintas y lonas con la leyenda
de estar la sociedad civil en vigilancia constante sobre los delincuentes. Un
efecto más de la retirada del gobierno de la seguridad publica efectiva. No es
raro encontrar casas que tengan claramente la intención de ser una cárcel con
todos sus accesorios con sus púas de alambres en la parte superior de las
construcciones. La gente se nota claramente nerviosa y desconfiada.
En
muchas zonas rurales los hechos son igual o más de preocupantes por su
brutalidad hay una ausencia del gobierno casi absoluta, incluso, las mismas
autoridades están rebasadas por el crimen organizado y no es sorpresa que las
mismas autoridades estén coludidos con la delincuencia y las mismas sean la
delincuencia organizada. ¿Cómo combate esto el gobierno en sus tres niveles?, con
comunicados, ruedas de prensa, spots y palabrería que tiene poco contacto con
la realidad.
Antaño,
los linchamientos se veían con mayor frecuencia en las zonas rurales, donde las
fuerzas del orden brillan por su ausencia o no están capacitadas para lidiar
con este tipo de fenómenos sociales. Personal policiaco que se con ningún
control o medios de control deficientes y no importa el nivel de escolaridad
porque no se quiere dar buen servicio público sino ejercer un presupuesto y mal
justificar los gastos.
Lo
más grave lo constituye la barbarie desatada por la ausencia del gobierno en
sus tres niveles es ver cómo han caído los cerrojos y cadenas del orden legal
acicateando a las turbas a practicar los linchamientos con toda su barbarie.
Este mismo patrón de barbarie se ha trasladado a las grandes ciudades sin que
el gobierno tenga un real control sobre los desesperados y furiosos ciudadanos
que hacen pactos de complicidad y silencio para salir impunes de los
linchamientos. Los justicieros solitarios han surgido como una respuesta rabiosa
a la pasividad gubernamental.
Al
gobierno no le importa mucho la realidad sino la percepción que se tenga de la misma
y está más interesado en sostener un sistema político obsoleto pero por su forma
corrupta lo sostienen pues le reporta ganancias corruptas pero un amplio manto
de impunidad mientras la nación mexicana retrocede en civilización y se acerca más
a la barbarie, a la ley de la selva aplicada en todo el territorio. Vemos
surgir, tras la máscara de la vista de los turistas la fea cara de la violencia
sin límites. Lo peor es, que puede el pueblo acostumbrase a esta violencia al
grado de abandonar el marco jurídico. Es imperioso terminar con este sistema político
corrupto y refundar el Estado mexicano con base en la ley, la justicia, la
libertad y límites al gobierno y, a la acumulación ilimitada de la propiedad
privada a menos que se quiera la anarquía total y sus consecuencias.
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