Debería ser
requisito para la mayoría, en la izquierda, con excepciones muy concretas
demostrar fehacientemente que se tiene un trabajo legal con el cual se sostiene
el individuo y su familia. Por lo menos demostrar la austeridad republicana, la
capacidad para desempeñar un cargo público, la vocación de servicio y la virtud
de volver a su trabajo terminado el cargo.
Es lastimoso y muy
vergonzoso que la mayoría vaya buscando candidaturas por el mero fin de alzarse
con lo económico y la fama prestada. Muchos han mostrado su alto enojo al no
concedérseles una candidatura como si la misma fuera de su propiedad y se les
privara ilegalmente de la misma.
Es evidente que, si
no se tiene cuidado con este proceso en cada elección pronto se corromperá
cualquier partido que enarbole virtudes republicanas o de izquierda. Se tiene
el peligro de que lleguen y llegaran los más ambiciosos, los fracasados en lo
privado, es decir, en su vida y los más ignorantes con tal de que sean los más
serviles para con los líderes y tiranos hacia sus subordinados.
Si en verdad se amara
la democracia por la democracia misma, los que alcanzan un puesto público
deberían recibieran lo indispensable para sus vidas y los más virtuosos ni
siquiera deberían cobrar por el servicio conferido. Únicamente así, se haría
fuerte la república pues se daría el ejemplo de virtud y solamente se vuelve
virtuoso aquel que practica la virtud, saber lo que es la virtud
conceptualmente es una vana ilusión.
Con todo, la
realidad es muy diferente. La decadencia está instalada en todos lados y laten
las mismas pulsiones primitivas en la práctica política. Con Aristóteles la
Política estaba unida a la Ética. Se acusa a Nicolás Maquiavelo de escribir su
obra “Del Principado”, con el dedo del Diablo (Digito diaboli), y separar la
política y la ética, para dar paso a una política de rapiña. Esto es un error.
Los seres humanos con o sin Maquiavelo se comportan guiados por sus impulsos
más primitivos aunque estén vestidos ricamente.
Ahora bien, después
de todo, es interesante ver momentos de elección política porque ahí se ve
claramente quienes son los más ambiciosos, los más ignorantes, los que maquinan
sin ningún pudor para lograr una candidatura publica pues han hecho ya cuentas de
cómo pagar sus deudas o de cómo hacer dinero para vivir una vida de lujos sin
ningún mérito, sin aportar un ápice a la democracia sino todo lo contrario
abonar a la decadencia de la república. Esto sería menor si fueran unos pocos
pero son la mayoría.
Lo público debería
ser tomado con toda seriedad y ser cuidado por los demócratas, por los de
izquierda y los virtuosos pero mucho me temo que aquí también se adolece de lo
que se le reprocha a la derecha.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario