viernes, 30 de junio de 2017

NAZISMO A LA MEXICANA


Generalmente una corriente de pensamiento se crea y madura durante un largo tiempo y en condiciones propicias. En Alemania era inevitable que surgiera el nazismo ya había surgido el fascismo en Italia; la crisis económica, el enorme descontento del pueblo alemán, su sentimiento de superioridad de “raza” y un líder como catalizador fueron parte de los elementos que permitieron las atrocidades del nazismo sobre los judíos. Habría que buscar culpables del desastre económico alemán y los judíos eran los perfectos chivos expiatorios. Ahora bien, no es nuevo lo que hicieron los nazis y no murió su odio con la caída del régimen nazi. En efecto, ese sentimiento está latente incluso en los pueblos menos desarrollados en todo el mundo.  De tiempo en tiempo surge aquí y allá ese odio que le imputamos a los alemanes bajo nuestros propios pies.

En México ese odio está latente y surge y resurge bajo la misma piel de intolerancia, aquí, los culpables de nuestra decadencia moral lo son los que no son normales en sus inclinaciones sexuales y hay que perseguirlos hasta arrinconarlos en la oscuridad del anonimato o al margen de la sociedad. Los neonazis mexicanos están totalmente errados, ignoran la ideología que enarbolan si estuvieran en la Alemania nazi serian blanco del odio nazi y hubieran sido cremados sin ningún miramiento. Claro, han adoptado las mismas formas y francamente se ven ridículos, eso sí peligrosos.  

El prejuicio de superioridad, invariablemente está presente en esta ideología. Los alemanes se creían superiores por ser de piel blanca y eran católicos, los miembros del Ku Kux Klan piensan lo mismo y son católicos, los neonazis mexicanos piensan lo mismo y son católicos. Claro, el odio prejuicioso es el principal ingrediente  pero la religión católica es el soporte perfecto y la pareja ideal para justificar ese odio. Los líderes católicos esparcen sus prejuicios y su odio a lo que es diferente, según su interpretación de la Biblia. Dios creo a papá y a mamá en las figuras míticas de Adán y Eva. De una torcida y retorcida interpretación se margina de golpe y porrazo a todos aquellos que no se ajusten a este modelo de pareja. Una larga lista de minorías queda en la mira.

Otro alegato que hacen los católicos es que, hasta en los Códigos Civiles se determina que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y, en efecto así es. Únicamente debe decirse que así es porque el matrimonio se determinó con base en la moral cristiana, cuando la mayoría de los gobernantes estaban a tono con el cristianismo y ellos mismos eran cristianos y no se había llegado al nivel científico y filosófico actual. Hoy, esos argumentos son prejuiciosos, sin base científica ni filosófica. Es la barbarie en medio de la sociedad mexicana.

Bien, ese mismo odio puede tornarse en superioridad social y, entonces se dirige contra los más pobres “Los indios patas rajadas”, o contra “Los negros mexicanos”, o contra los “nacos”, o contra “Las putas”, o cualquiera que no se ajuste a lo “normal”, todo esto sancionado por la Santa Madre Iglesia.

Los mexicanos llevamos imbíbita la discriminación al nacer ya dentro del cristianismo y basta con un motivo, el que sea, para sacar a relucir el nazi que llevamos dentro. Los panistas son más proclives a manifestar este pensamiento prejuicioso y mostrar en consecuencia, la conducta correspondiente. Eso no nos salva a los demás mexicanos ni nos sintamos libres de toda culpa. Por el contrario con nuestra pasividad alimentamos pensamiento y conducta de odio contra los “anormales”. No hace falta más educación científica, filosófica y jurídica para erradicar prejuicios. La “normalidad”, puede ser engañosa, pervertida y peligrosa cuando se funda en dogmas, prejuicios y visiones erróneas de la realidad. Los sacerdotes son los agitadores profesionales que avivan todo mal. No es casualidad que los teologos cristianos fueran grandes socios y amigos del nazismo. 


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