La poca credibilidad que tenían los órganos, las instituciones y
dependencias de gobierno Enrique Peña Nieto las ha malgastado con tal de
conservar el poder político. Ciertamente Peña Nieto ha logrado conservar y
mantener al grupo Atlacomulco, con la representación de Alfredo del Mazo una
vez más. Con todo, esa algarabía que andan pregonando es nociva porque socava y
merma la poca confianza que el pueblo tiene en el gobierno y sus instituciones.
La decadencia va mucho más allá de únicamente conservar el poder publico en el
Estado de México llega hasta la figura del presidente en turno y de quien siga.
El desgobierno actual es un efecto de la corrupción y la impunidad
que por décadas se ha venido ejerciendo como forma de gobierno. Se agravó con
las reformas estructurales de Peña Nieto que fue como una señal de que lo público
era el botín del gobierno y políticos corruptos que ni prestos ni perezosos se
lanzaron como marabuntas hambrientas a realizar los negocios más viles y sucios
que se habían visto en la historia de la república. Los delincuentes han sido rebasados
por los gobernantes a la hora de cometer delitos y que, no tenga el presidente
el mínimo pudor a la hora de corromper lo público, es síntoma de la gravedad de
su propia corrupción. Es una vergüenza mundial que se sepa que el propio Primer
Mandatario, quien juró guardar la Constitución General y las leyes que de ella
emanen, sea el mismo que le asesta los más duros golpes a las instituciones públicas.
El
Estado moderno fue muerto por la corrupción de este gobierno, de eso no queda
duda; se ha dado nacimiento al Estado híper moderno por el propio asesino del
anterior. Ya se puede uno imaginar la clase de monstruo que ha creado este
monstruo llamado pomposamente presidente de la república. ¿Qué credibilidad van
a tener los órganos, instituciones y dependencia de gobierno después de este espectáculo
de cínica corrupción presidencial?, ninguna, evidentemente.
Pero
los efectos son más amplios y profundos de lo que se cree. ¿Cómo se va a
construir la vida sana del pueblo mexicano si no hay certeza más que de la corrupción
de todo el gobierno, de sus instituciones y dependencias?. La vida misma se ha
visto denigrada por un solo ser humano y este se ríe cínicamente al saber que
ha inyectado su mortífero veneno a todo el Estado mexicano. El pueblo tiene la
palabra.
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