La
política mexicana se ha nutrido de elementos peligrosos, cuando no dañosos y
esto se ha visto en los demás rubros de la vida. El mexicano tipo quiere cosas
simples y tiene un objetivo simple: vivir sin complicaciones. El Estado se le
ha tornado incomprensible, inútil y el gobierno el opresor de toda libertad.
Sin embargo, con todo sus ascetismo y estoicismo no deja de estar acosado por
la ambición por “El sueño americano”, en todas sus formas; arrancado de cuajo
de su amor por la tierra y lanzado como paria ha tenido que habérselas con un
dinamismo y libertad no pedidas pero inevitables. Esto lo lleva a una contradicción
permanente que vuelve su vida una contradicción. Por un lado, tiene los
resabios de la pasividad teológica y por el otro, el dinamismo de la economía que
le ofrece lujos, muchas veces ilusorios pero que arrastra más que una ilusión a
pesar de que se sepa que es falsa. No habría tantos fraudes y engaños en la
vida si no se fuera tan crédulo con las apariencias, con la ilusión infundada.
El cristianismo tiene mucho de esto, mejor dicho es su presupuesto creer en lo
absurdo.
El
sistema político ya no responde a las necesidades de la época actual; se creó
para ser totalitario, hegemónico con sus tres sectores: obrero, campesino y
popular pero ha devenido en sectario y corrupto. Los tiempos en que ser “Licenciado”
con toda su carga de honorabilidad posible ha caído en desuso. Esto ha sido
posible con la decadencia del Presidencialismo mexicano que tenía todo el poder
político y todo el poder sobre la economía de manera absoluta. El presidente
era el “Mandamás”, y los órganos legislativo y judicial estaban bajo su poder.
El Estado mismo estaba bajo su dominio. México una república federativa, democrática
y representativa no era más que una bella mentira pues el presidente en turno había
hecho de facto suyas las palabras de Luis XIV “L´ Etat c’ est moi”, (El Estado
soy yo), esto no se decía ni se confesaba por prudencia al México Bronco. Que
el pueblo mexicano duerma y sueñe con un mundo perfecto y eterno que la vida es
sueño, es un instante aquí en la tierra y en todo caso un error. Mientras el
presidente ya ungido era la voluntad general del pueblo, el, hablaba por el
pueblo, él era el pueblo por ministerio del totalitarismo y por ministerio de
Ley era el representante del Estado mexicano. Era el gran padre que todo
proporcionaba y estaba obligado a velar por un pueblo dormido hasta en lo más mínimo.
La creación de las instituciones no fue de manera alguna el deseo de los presidentes
sino una obligación sobre la cual descansaba su propio poder porque un
presidente sin poder ilimitado era un pobre diablo y se da en la realidad que
muchos de los presidentes fueron unos pobres diablos cubiertos de sumo poder que
con sus torpezas fueron minando la figura presidencial hasta dejarla en su más misérrima
expresión actual.
Teóricamente
el funcionamiento del Estado mexicano se justificó a través de teorías como la “División
de poderes”, que nunca pudo verse realizada, con la doctrina Estrada que volvió
una monada al Estado mexicano, se reflejaba la realidad pero no había posibilidad
de que algo entrara o saliera del imperio del sistema político mexicano; el
arte no estuvo exento de ser usado con fines políticos; tal es el caso del
Muralismo, en donde se puso al pueblo mexicano en nichos, altares, como modelos
del arte, el pueblo era el arte mismo y los muralistas sus heraldos, sus medios
de libertad artística mientras se forjaban nuevas cadenas inmateriales que se
endurecieron gradualmente. Todo el sistema de partido único de Estado tenía un
solo objetivo: dominar totalmente al pueblo mexicano para perpetuarse en el
poder político y económico. Por ello se impidieron partidos nuevos o se les pusieron
enormes trabas y se persiguió, encarceló y se mató a sus integrantes como forma
de continuidad. En lo económico se prohibieron los monopolios privados pero se
crearon los monopolios públicos y el dinero estaba a merced de la causa política.
Eso iba a terminar con el neoliberalismo.
El
pueblo mexicano al ser liberado del paternalismo gubernamental fue descobijado
y sintió el frío de la libertad. El medio despertar ha sido terrible millones y
millones de desposeídos se han visto como entre sueños vagando hacia el norte, pululando
en las grandes ciudades u olvidados en las comunidades rurales. No obstante la
vida sigue reza un refrán bien conocido y se tiene que vivir a fuerza. Se tiene
la necesidad de responderse las circunstancias actuales para salvar la propia
persona aunque únicamente se padezca la profunda crisis sin entender bien a
bien los hechos que de tanto tecnicismo se han vuelto abstractos, inentendibles
para la mayoría incluyendo a las clases media y alta. Es ya común ver a
verdaderos ignorantes, zafios, pulular entre los políticos y en cargos públicos
de los más altos niveles. Esto levanta protestas pero también alimenta, incluso
a los más pobres, a tratar de entrar a la política pues se puede lograr el
sueño sin tener que vérselas con el conocimiento científico, técnico y filosófico;
basta tener una buena disposición, conocer un poco el sistema corrupto y un
buen padre o padrino político para entrar de lleno en un mundo que se desconoce
pero que da frutos dulcísimos y que nunca antes se han probado. El botín esta
en lo público sin ningún control efectivo; por el contrario, el presidente de
la república es el más entusiasta corruptor de lo público y su ejemplo ha dado
un ánimo inusitado a los demás gobernantes y políticos. Si quien juró la Constitución
General es el primero en violar ese juramento esto significa una patente de
corso; claro habrá caídos en desgracia incluso entre las propias filas
oficialistas pero eso no importa, es responsabilidad de cada corrupto. Se actúa
en concierto pero bajo la propia responsabilidad.
Esta
decadencia se puede ver en las calles, en las asambleas y todo lugar público y
privado. Una educación tan paupérrima al servicio de producir gananciales pero
magro y mal conocimiento no puede llevar a otro estado que el de la
desconfianza por el que sabe, por el que posee el conocimiento. Se le ve con desconfianza
y burla porque teoriza mucho y hace lo mínimo e inútil para cambiar la dura
realidad. Se quieren resultados inmediatos de los científicos, profesionistas y
técnicos pero el sistema social, político y económico con tal decadencia impide
que se den resultados por las vías que deberían ser las normales: el trabajo
experimental, la práctica profesional y técnica.
Los
gobernantes, funcionarios y políticos han puesto sobre escena la catástrofe lastimosa
de la vía legal para dirimir la lucha por el poder; por más que se diga que los
fraudes electorales son mitos, se sabe en la realidad que son la forma segura
de alcanzar el éxito y el propio presidente no duda en mantener su vigencia tan
viva como en los años ochenta del siglo pasado. En este mismo contexto están los
rubros de la justicia y la creación de leyes y la administración pública;
ausentes, inoperantes en la sanidad pero funcionando a toda velocidad en la corrupción.
Por
todo ello, los luchadores sociales o cualquier asistente a un dialogo o
intercambio de ideas se enciende de ira y soterradamente ataca a todos aquellos
que intenten teorizar o proclamar un discurso, tratando de explicar las
circunstancias actuales del Estado mexicano moderno, sobre la política, sobre
la economía y quiere a toda costa desplazar la teoría, el discurso por la acción
que los lleve a la toma del poder para poder disfrutar de las miles que de él,
emanan. A que tanta palabrería si ahí están los más ignorantes y corruptos del
pueblo mexicano ostentando la Primera Magistratura, las curules y todo tipo de
puestos.
Los
desposeídos únicamente les queda la esperanza, la ilusión que proyectan los más
viles servidores públicos de que, todo se puede lograr sin ningún esfuerzo académico,
sin ninguna preparación tan difícil de obtener como inútil; en cambio, la gran mayoría
por no decir todos, tienen la inclinación natural por lo malo incluyendo la corrupción
como un hecho cultural generacional. Esa ambivalencia de odiar a los ricos pero
querer ser como ellos es el sello actual del pueblo mexicano; porque tan luego
se tiene un golpe de suerte o se logra con el trabajo salir de la pobreza los
individuos se transforman en ajenos al pueblo.
Días
lejanos en que ser profesionista era el afán, el sueño del pueblo mexicano.
Mejor rico que sabelotodo. Los científicos, los profesionistas y los técnicos
se han vuelto obreros de su sus correspondientes quehaceres; el poder
transformador y de superación material está en manos de los corruptos. Pero así
como se ha alejado el pueblo del conocimiento se ha alejado de su liberación propia
pues la libertad que hoy goza no le viene de si pues le ha sido dada, impuesta.
Si se quiere la liberación propia se le tiene que devolver su fuerza creadora a
los científicos, profesionistas y técnicos para hacer planes, teorías, discursos
explicativos para imponer un propio plan de vida ante la organización del
gobierno corrupto que tiene a más el poder monopólico de la violencia.
Transformar este lamentable estado de decadencia requiere la fuerza creadora
del pueblo mexicano a través de sus teóricos que vayan a la práctica inmediata
y, a los teóricos les corresponde mostrar y demostrar que están a la altura de
los problemas sin dar ni pedir cuartel.