Los mexicanos hemos tratado de construir por, más
de doscientos de años, una república democrática con sangre y millones de vidas
con el trabajo diario de toda la nación para que la clase política la
convierta, tras bambalinas, en una monarquía a su servicio y ella misma se
divinice y tuerza toda razón para desatar su loco frenesí de ambición y toda
clase de criminales excesos, sin rendición
de cuentas al pueblo y saliendo al paso con un falso: “Ustedes perdonen”.
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