Lo
mejor que nos dejó la Filosofía del Lenguaje es no tratar seudo problemas como auténticos
problemas. Ya Kant había delimitado los alcances de la razón y la existencia de
Dios. Claro, necio siguió tratando el tema de Dios. Tuvieron que llegar los filósofos
del lenguaje para mostrar que, cuando no hay referente, es decir, no hay
existencia de un ser no se puede hablar del mismo en serio. Por otro lado, si
se puede hablar de los problemas que causa tratar la seudo existencia como existente.
Tal es el caso de los creyentes en algún ser metafísico. El problema no es el
ser inexistente sino las conductas humanas que devienen en torcidas y enfermas.
Por
ello Wittgenstein llega a la conclusión que, “De lo que no se puede hablar es
mejor callar”. Cierto es, que durante toda la historia de la humanidad la mayoría
piensa y actúa según los dogmas religiosos y eso, no cambiara. Llegar a
despojarse de los mitos y los dogmas requiere un trabajo tremendo, lo cual está
vedado a la mayoría, por desgracia. Pero para aquellos que tienen los medios de
salir de la región mítica y dogmática se les abre una región aun mayor,
insondable que les permite ir construyendo una vida libre de fantasmagorías. En
consecuencia, la idea torcida y retorcida de que los ateos nos preocupamos y
ocupamos de Dios es equivoca, nos ocupamos de la problemática que surge de ese
tipo de creencias en la gente.
Si
se mira bien, creer en un ser divino deviene en una problemática mayúscula en
virtud de poner las soluciones fuera del ámbito de las soluciones adecuadas al problema
mismo. No se pude dejar la solución a la problemática de la vida a un ser que
no se pude probar su existencia y que, es pasivo en la vida humana. Los problemas
de la vida se deben tratar de solucionar y solucionar en la medida de lo
posible desde la vida y con los medios que se tienen al alcance no a través de
lo indemostrable, lo inalcanzable.
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