jueves, 21 de julio de 2016

BAJO EL ENGAÑO



Al mexicano no se le puede domesticar por las buenas ni por las armas es como los coyotes, arisco hasta la saciedad, no se le conoce mas que en esa aparente pasividad traída de ultramar y seguida por las clases dominantes. Después de la revolución se tuvo que construir un sistema político que lo atara a un nacionalismo con provecho para la clase política. Se tuvo que hacer un arte muralista para entronarlo en el mundo pero someterlo al bello encanto de ver dispersada una imagen falsa de su ser. Se tuvo que crear un presidencialismo que todo lo atara y moviera a voluntad en la continuación de la pax porfiriana. Vaya eufemismo para un sistema totalitario brutal. Se le tuvo que rodear de ritos que divinizaban a los teólogos y gobernantes. Se le tiene que engañar con la religión y extraviar con ideologías extravagantes, se le ha tenido que hacer renegar de su pasado feroz, se le ha tenido que enfermar con toda clase de artimañas y hasta con su alimentación antes rica ahora dañina.  En suma, se le miente y se le reprime porque tras de la sonrisa abierta yace un ser indomable pero también artístico en suma refinado que devora todo y lo hace suyo sin ningún empacho.



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