Para Hans Kelsen Derecho y Estado son lo mismo,
al confundirse, no tiene sentido para el, hablar de Estado de Derecho; todo
Estado es puro Derecho y no se pronuncia por los valores respecto de las leyes
vigentes; eso es lo correcto en la teoría. Pero vivimos en un mundo que
llamamos real, en donde tienen eficacia y consecuencia esas leyes fenomenológicas.
En consecuencia es menester que, nos ocupemos de poner esas leyes en la mesa
del análisis y a los titulares de los órganos encargados de ejercer la soberanía
nacional para dictar un veredicto respecto a estos dos rubros fundamentales en
la vida del pueblo mexicano.
Es evidente que, el actual régimen jurídico esta
hecho para beneficiar casi absolutamente a la clase política mucho más que al
pueblo pues nulifican su poder soberano y lo escamotean para ejercerlo a discreción
de los funcionarios públicos. En el mismo contexto, los órganos Legislativo, Ejecutivo
y Judicial están en franca complicidad para evitar que el poder político se democratice.
Este gobierno no busca la justicia sino la continuidad de un régimen totalitario
y autoritario. Al valor justicia le oponen su antípoda: la injusticia bien
maquillada de justicia y con un usted disculpe se van muy ufanos con las ganancias
mal habidas.
Las disculpas y el cinismo han desplazado a la rendición
de cuentas y a la justicia. Panem et circenses (Pan y circo) ejercían los
romanos para mantener al pueblo sometido. Puro circo nos receta este gobierno
para seguir entronado en la inmundicia. A Peña Nieto solo le faltó llorar y
hacer una rabieta tal y como lo hizo su antepasado: José López Portillo. ¡Que
tiempos, que costumbres!, diría Cicerón al ver la descomposición de la república
romana.
Un esfuerzo mas mexicanos contra este mal gobierno antes de poder llamarse legal y legítimamente libres y demócratas.
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