Se
Dice que, antaño el presidente de la república mexicana cuando preguntaba por
la hora del día se le contestaba invariablemente con “…la hora que usted diga”,
dicha información no está corroborada pero si es un indicio de lo que se sabe
del presidencialismo en su apogeo: el presidente era el motor de la economía,
de la vida política, de lo social y de todos los actos conmemorativos
oficiales. Se dice que el ejecutivo federal tenía más poder que los mismos
cesares. Bien ese solo es el marco referencial secundario. Lo verdaderamente
interesante son los hechos actuales.
En
el México del presidente todo era simulado desde la economía hasta la política
pasando por las elecciones y la propia vida nacional. El mexicano mismo era un
ser inauténtico, forrado de atavíos extranjeros o ajenos a su ser. La mentira
se erigía como verdad. Se negaba lo mexicano y se negaba la verdad como forma
de vida. Ese periodo nombrado por mí como Priato era reacio a tender hacia la
democracia, el llamado estado de Derecho no tenía como objetivo, como tendencia
hacia el valor justicia sino que era la forma legal de mantener al partido
único de Estado en el poder. Dictadura perfecta la llamó Vargas Llosa. Resultó
no ser tan perfecta.
En
la política exterior el gobierno tenía la doctrina Estrada que básicamente
consistía en no pronunciarse sobre la legalidad o ilegalidad de un gobierno
extranjero que tomaba el poder. Esto parecería una postura neutral y hasta
sensata por parte del gobierno mexicano; sin embargo, durante mucho tiempo
dicha doctrina fue usada indiscriminadamente para que los gobiernos extranjeros
no se pronunciaran sobre el gobierno totalitarista, autoritarista y evidentemente antidemocrático. Con todo,
todo funcionaba por la voluntad presidencial. Si se ve y analiza a la Constitución
General de esa época bien se puede ver todo el cúmulo de facultades
constitucionales que tenía el presidente. La legislación secundaria también contenía
una gama impresionante de facultades presidenciales, así se tenía sujeto al
pueblo mexicano a la voluntad de un individuo. A esto súmesele que era el gran
elector de Ministros de la Suprema Corte de Justicia, de gobernadores,
diputados en los ámbitos federal y locales. De la misma manera era el jefe del
partido único de Estado. Jefe de Estado, Jefe de las fuerzas armadas y la lista
sigue. Su poder era enorme.
En
la actualidad se puede ver que la incipiente democracia mexicana no termina por
cuajar y que, el presidente de México tiene una suma de facultades constitucionales,
políticas y meta constitucionales; no obstante, la realidad mundial ha cambiado
radicalmente. Primero, el ejecutivo federal ya no tiene el poder de antaño, se
han diversificado los partidos y el poder político se ha disgregado. El Estado
mexicano se ha vuelto raquítico ante el poder avasallador de las grandes
trasnacionales, quienes son las que imponen las leyes constitucionales para su óptimo
desarrollo. El presidente es mas ya un Gerente General que un primer actor. Segundo,
México ha pasado de una política cerrada a una política abierta junto con la nación
mexicana. Con la globalización, la internet y las redes sociales los hechos
excesivos, los abusos, las desapariciones forzadas, las muertes por las fuerzas
del orden ya no se pueden ocultar, aunque el gobierno tenga visos claros de
anti democracia, de opacidad, corrupción e impunidad.
Es
muy significativo que gradualmente se vaya abandonando la doctrina Estrada y
los gobiernos extranjeros intervengan decididamente en favor de la democracia.
Se puede cuestionar a los gobiernos extranjeros, sin embargo, es obligación de4l
pueblo mexicano imponer la democracia. Por ello, no me detengo en discusiones vanas.
Los
hechos recientes en donde Enrique Peña Nieto se entrevistó y dio discursos al lado
del primer Ministro canadiense y del presidente de los Estados Unidos, parecía la
ocasión propicia para que Peña Nieto se lanzara contra los populistas mexicanos
que quieren destruir las grandes obras de los malos gobiernos mexicanos y, en
especial del suyo. Tuvo respuesta inesperada y de quien menos se esperaba: del
presidente de los Estados Unidos. La respuesta es contundente contra el
discurso retorico, demagógico y cínico del presidente de México. Decía Adela
Micha que era irrelevante si Peña Nieto era un lector voraz o no a la hora de
gobernar (acaso ella misma ignora y desprecia el conocimiento). Es evidente
que, tanto el primer Ministro de Canadá como Barack Obama tienen otro tipo de educación
y otras maneras diversas de concebir la realidad y saben perfectamente que,
Peña Nieto es el responsable del desastre económico, político y social de México
con un desprecio al respeto de los Derechos Humanos.
Una
buena parte de la nación mexicana ha cambiado y busca implantar la democracia
teniendo como ejes rectores, la verdad, la justicia, el bien común, el respeto
a los Derechos Humanos y las garantías individuales, poniéndole coto a las
trasnacionales y a la corrupción e impunidad gubernamental. Pero el gobierno
mexicano en sus tres niveles tiene “la fiebre del oro”, se han vuelto políticos
empresariales. Negocian con la iniciativa privada todo lo público para alzarse con
las gananciales. Es decir, siguen escudándose en el viejo régimen de
apariencias, de mentiras para desatar su ambición con toda impunidad. Esta es
la dialéctica mexicana en lo político, en lo económico y social. El gobierno en
las viejas prácticas corruptas y una buena parte del pueblo hacia la
democracia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario