La democracia y la justicia son solo conceptos.
Su práctica es resultado de las acciones de los seres humanos. No se debe uno
volver catastrofista hasta en hechos como este. A Humberto Moreira se le acusa
de delincuente no de tonto. Tuvo todo el tiempo, los medios y los cómplices
para ocultar las pruebas que lo incriminan. Este es un modelo, un patrón bien conocido
en México pero no hay los medios políticos ni jurídicos para ponerle un dique. Se
debe cambiar las leyes, empezando por la Constitución General de México ya
obsoleta en varios rubros. El político y el de justicia por ejemplo. En el
primer caso, la Carta Magna, es un océano de impunidad para los gobernantes y políticos;
en el segundo, la justicia mexicana (iniciando por la investigación a cargo del
Ministerio Publico, dependiente del presidente de la República), están al servicio de los gobernantes, políticos
y clase rica. Esto ya da una idea clara de las amplias llanuras por las cuales puede
transitar esta triada, bajo un pacto de complicidad y con el amplio manto de la
impunidad. Se han auto otorgado una patente de Corso para rapiñar todos los
bienes y servicios públicos, todos los bienes nacionales que les significan
vivir al estilo de los grandes potentados sin ningún esfuerzo personal.
Si el pueblo mexicano quiere la democracia y la
justicia no debe tirar la toalla sino redoblar la lucha por cambiar las leyes
fundamentales (Constitucionales), para tirar la red más amplia sobre los
grandes tiburones de cuello blanco hasta acotarles los excesos y castigar sus
delitos en los ámbitos, civil, administrativo y el penal. Se debe evitar la
ingenuidad de creer que la lucha principal por poner en practica la democracia
y la justicia vendrán exclusivamente de fuera.
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