martes, 5 de enero de 2016

LA VIDA COMO UNA GAMA DE FINES



Existe un mal entendido en las relaciones entre mujeres y hombres, ambos géneros buscan ideales. Las mujeres persiguen el ideal del hombre responsable, valiente, trabajador, independientemente de lo bien conformad; los hombres, corren tras las mujeres hogareñas, dulces y sumisas. Error fundamental. Las mujeres cada vez son más libres y más solitarias, los hombres son más solitarios, con menos poder sobre las mujeres y más inseguros. No hay forma de dar marcha al pasado. La solución a este espinoso asunto está en aprehender a tener un plan en la vida en donde ya el matrimonio u otra forma de convivencia sean, el único objetivo sino un fin más en la vida de cada uno. Sé que los dulces corazoncitos no estarán de acuerdo con esto pero la realidad no se refuta con asentir o negar tal o cual hecho.

Finalmente, la híper individualidad ha roto el paradigma de la familia tradicional, donde se vivía hasta que la muerte separaba a las parejas. ¿Esto es bueno o malo?, de manera alguna suspendemos el juicio por ser esto materia de la moral. Diversas formas familiares han surgido y no se pueden eliminar por decreto. La tan anhelada búsqueda de la otredad para ser felices, se ha ido al patio de la historia. El ser humano debe aprehender a ser por sí mismo una unidad, en donde tenga que enfrentar todas las vicisitudes de la vida; porque el dolor y la lucha constante por hacerse la vida no han desaparecido, esa es una constante.

Ahora bien, para llegar a este momento crítico, se debe hacer una breve reseña sobre el deslizamiento del ser humano como materia del arte y la llegada de lo industrial como centro de la estética. José Ortega y Gasset hace un amplio estudio en su obra “La deshumanización del arte”, donde nos anuncia ampliamente lo ya dicho. Que una lata de sopa “Campbells” se haya vuelto arte con Andy Warhol no es una casualidad. Las relaciones humanas se iban a mediatizar, aún más, a través de los artículos industriales y tecnológicos. Se siente la pérdida de lo humano como centro de la vida. En adelante la vida se tendría que poner por debajo de lo material. La vida, lo metafísico por excelencia, bajo lo meramente material. Y, ¿el ser humano y su libertad?. Es posible. 

Si en verdad se quiere la libertad se debe enfrentar este reto mayúsculo. No obstante las protestas airadas no hay otro camino. El romanticismo hace rabietas furibundas pero no tiene sentido. La realidad es sorda a los llantos y, a las lágrimas; avanza incansable y hemos de seguir o, ¿a que se refiere a tan trillada frase: “La vida sigue”?.  


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