El
presidente Enrique Peña Nieto, se pronunció, teatralmente, por la captura de Joaquín Guzmán
Loera, como si hubiera ganado el equivalente a la batalla del cinco de mayo,
hubiera resuelto todas las matanzas del Priato, incluido la del 68 o ya de
plano recuperado el territorio perdido en 1848. Todo el gabinete se le sumó
como en esos programas televisivos llenos de euforia, conducidos por jóvenes promotores
del entusiasmo. La mayoría de los medios hicieron eco, al más puro estilo del
partido único de Estado. Tiempos idos. Peña Nieto había llegado al máximo heroísmo
al que pude aspirar cualquier ser humano. Imperdonable había dicho Peña Nieto, si
se escapaba el Chapo. Pero anuncio que había anunciado que el prófugo seria
capturado. Nostradamus se hacía presente. También esta actuación gubernamental,
es imperdonable.
Pronto,
se supo que Sean Penn y Kate del Castillo habían hecho el trabajo por el
gobierno. No había habido un gran trabajo de inteligencia, tal y como lo
anunciaba el presidente. Todo lo demás, sobre la captura del Chapo fue una
cadena de sucesos afortunados para el gobierno.
Tiempos
idos. Los usuarios de las redes sociales no se tragaron la treta. La economía popular
es un cáncer imparable, la inseguridad por el estilo, las matanzas sin
resolver, las desapariciones siguen la misma suerte, las violaciones a los derechos
humanos imparables, la corrupción gubernamental impune y la lista sigue.
Finalmente,
la captura del Chapo, servirá para fines políticos. Para poner otra vez a Miguel Osorio Chong en la lista de los que buscaran la
candidatura a la presidencia en el 2018. El pueblo no importa. El pan y el
circo sigue siendo la fórmula mágica para seguir en el poder. Tiempos idos. El
partido oficial ya no representa el todo. La puesta en escena sirvió solo para
seguir mostrando la puerilidad del gobierno en turno. Un pequeño dinosaurio
fuera del Jurásico. La teatralidad no resuelve cosa alguna. Tiempos idos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario