domingo, 31 de enero de 2016

CREDO QUIAM ABSURDUM (CREO PORQUE ES ABSURDO)



Las religiones de todo tipo tienen sus más fieles adeptos en las personas con menor cantidad y calidad de conocimientos científicos y aun hasta en personas con conocimientos científicos con tal de que hayan sido moldeados desde la niñez en el pensamiento religioso. La debilidad física y de voluntad disminuida, también son importantes para lograr someter a las personas a creencias absurdas. La sentencia atribuida a Quinto Septimio Florente Tertuliano “Credo quiam absurdum”; hay que decir que, lo absurdo no sirve para la vida diaria, allí se impone la realidad; aun asi, la vida es insignificante no hay dentro de la vida algo o alguien que la justifique. Entonces se debe buscar fuera de ella, en “el más allá” en lo irracional, en lo extraordinario. La muerte de Cristo era para él, cierta porque es contradictoria y verdadera porque su resurrección es, imposible.

Santo Tomás, es tributario de esta postura y, aunque le da cierta autonomía a la razón no deja que la misma este bajo el servicio de la teología. Kierkergaard, otro santurrón desabrido sigue el mismo camino; para él, “la fe es una paradoja, un escándalo”. Durante siglos esta idea de creer en lo absurdo ha sido muy efectivo entre los que tienen menos educación y han crecido con una religión impuesta desde la niñez o con los que tienen menor voluntad para buscar la libertad.

La insignificancia humana se retuerce y convencida de su impotencia va directo a lo absurdo y allí, siente que puede vivir libre de toda responsabilidad. Que se ocupe alguien más en dirigir la vida en todos sus ámbitos y allí están los pastores, los sacerdotes, en suma, los teólogos para sacar la mejor tajada de sus rebaños. Por ningún motivo las masas se indignan por ser llamadas rebaños. Todo lo absurdo se racionaliza para ser presentado como conocimiento superior, divino y que solo algunos pueden tener interlocución con el Dios a modo. Participar de algo grande cura (aunque sea momentáneamente) la terrible soledad de las personas, entre el rebaño, la multitud se siente “algo”, “alguien”, dispuesto a ser parte activa y muy a menudo pasiva de dichas instituciones.

En el contexto de la libertad, se ha creado el derecho de creer en la religión que esta sea y las Constituciones de los Estados nacionales, han puesto esto como un derecho. “Libertad de culto”, llaman este derecho y esto sigue siendo absurdo. Los gobiernos están en estrecho entendimiento con los teólogos para legislar en favor de la creencia en “la paradoja, el escándalo” y así, permitir la conservación de religiones de Estado o el maridaje anómalo cuando ambos Estados se unen para el sometimiento de los pueblos.


Entre el discurso oficial de los gobiernos y el discurso teológico no hay mucha diferencia sino semejanzas en los ritos, en los las demás formas pomposas, pero en el fondo ambos discursos son mentiras. Ambos Estados quieren hacernos creer en los absurdo con cifras y, logros que solo los gobernantes ven y, hechos milagrosos y una vida eterna que solo los teólogos ven. No es casualidad que los gobernantes vayan ante el Papa a certificar sus gobiernos o este visite a las naciones, ambos hechos tienen el mismo fin: el control de las naciones, sin que los rebaños lo sospechen, son tan inocentes en ese rubro. Todo se ve tan inofensivo y se cree que es por el bien de los desamparados, de los más débiles, de los parias, del que sea “siempre fiel”.


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