lunes, 25 de agosto de 2014

PEÑALANDIA S.A DE C.V.



Un gobierno electo democráticamente y que se precie de ser democrático, debe tener como base en su comunicación la verdad como base; cuando esto no pasa se le debe de tachar de mentiroso. Ahora bien, si a la mentira metódica gubernamental se le suma la vileza metódica se tiene un gobierno de ilusiones, una farsa, una tiranía televisiva y de medios deformativos.

En el caso concreto de México, son públicas las limitaciones inherentes a Enrique Peña Nieto, al punto de haber desplazado a merolicos y comediantes como fuente de diversión vulgar; sus ridículos al tratar hablar en inglés son ya inolvidables; su trato con la literatura nos dejó entrever el vacío académico y cultural que padece, de manera incorregible. Su incurable ceguera ante lo evidente lo hace necio hasta el exceso criticable. Todo en el lleva a dos cosas: limitación para conocer y torpeza para actuar. Sin embargo, está rodeado de cómplices, de incondicionales, de sirvientes, de cantores e ilusionistas. Todos tratando de crear una realidad alterna en donde Peña Nieto sea no solo diferente sino omnipotente y omnipresente.

Lo hacen ver como si fuera omnipotente, con ese poder inagotable y sin límites para crear todo lo necesario para “Mover a México”, de una vez y para siempre que no habrá falta más gobernantes en el futuro. Se prometen beneficios sin fecha de caducidad. No hay estación radiofónica, televisiva o de otras índoles donde no se le diga al pueblo mexicano que el “Señor presidente” ordenó tal o cual cosa y que solo basta esperar al alba para ver cómo se ha movido México hacia la tierra prometida, hacia el primer mundo. Bajará el costo de la vida y en un dos por tres sabremos que estábamos hundidos en una mala ilusión y que el taumaturgo divino ha superado el mito de la caverna de Platón y ha hecho realidad lo impensable: Salvar a México. Solo los necios y sus enemigos se niegan a ver todo esto. No obstante la gracia divina todo lo perdona porque todo lo comprende y todo lo supera.

La omnipresencia de Peña Nieto casi se hace realidad en los medios de comunicación que ávidos de las pingues ganancias que, les reporta contratar la publicidad gubernamental, no cejan incesantemente de bombardear día y noche los beneficios que traerán las reformas con un optimismo desbordante que hace que los dulces corazoncitos se sientan constreñidos a creer ciegamente y no faltan los buenos ciudadanos que piden a gritos que se le dé “una oportunidad” al presidente.

Que ciudadano bien centrado en la realidad y la razón se opondría a que un gobernante (cualquiera que este sea) cumpla su mandato constitucional en los términos que la misma Constitución establece y traiga todos los beneficios posibles y reales. Eso es lo deseable, lo ideal. Lo contrario sería locura. No se debe ni se puede anteponer el fracaso de un gobernante por simples discrepancias ideológicas (la ideología esconde la verdad), o por enemistad política o de cualquiera otra índole. En una democracia el poder se gana y se pierde y se debe aceptar la derrota y sumarse al proyecto nacional sin reticencias. “La Patria es Primero”, reza el lema en el Senado.

Si un gobernante, sea el que sea, y del partido que sea, es, un buen gobernante se le debe el reconocimiento inmediato y libre de cualquier impureza; no se debe ser mezquino en tal rubro. Sin embargo, con Peña Nieto pasa todo lo contario. Su inconmensurable ambición entreverada con sus incurables e incorregibles limitaciones de todo tipo, lo hacen el instrumento ideal para los que realmente imponen el Neoliberalismo corrupto; los aduladores no cesan de pintarlo de mil colores brillantes.

Ahora bien, fundados en las extremas limitaciones evidentes y publicas de Peña Nieto se colige que no puede siquiera vestirse bien y amarrase simétricamente los moños de los bonitos zapatos por sí mismo. Se tiene la impresión viva de que la silla presidencial la ocupa un maniquí articulado. ¿Entonces cómo se le pueden atribuir las cualidades que a toda hora se nos trata de imbuir en el inconsciente?, la respuesta es inmediata: se trata de construir sobre la dura verdad una castillo de naipes; un lugar llamado Peñalandia S. A de C. V., en donde todo es pura felicidad y abundancia. Y, esto no puede ser más que la paga del Diablo al alba, cuando se abren las manos y en lugar del oro se encuentran solo heces.

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