viernes, 29 de agosto de 2014

EL CULTO A LA PERSONALIDAD



Los presidentes del Priato tenían la regla no escrita de no intervenir en política terminada su administración. Esta regla se rompió con Vicente Fox y lo siguió Calderón. Una y misma característica tienen los tres últimos presidentes de México (Fox, Calderón y Peña) pocos conocimientos académicos, falta de ética, moral pervertida, corrupción, ineficacia administrativa y como consecuencia el fracaso sexenal, aunque el ultimo no haya concluido, se puede concluir ya su fracaso.

Llegar a la presidencia confiere a su titular un poder ilimitado. Aunque se pregona la independencia de los órganos Legislativo y Judicial del órgano Ejecutivo, este último avasalla a los dos primeros. El presidencialismo no se ha terminado. Tanto poder necesariamente agranda el ego del presidente en turno. Son públicos los caprichos de los presidentes en cada cosa que se les ocurre decidir, desde lo público hasta lo privado. El culto a la personalidad se intensifica por todos los medios, casi se sienten dioses atrapados en cuerpos mortales.

Terminada su administración los ex presidentes se han vuelto una molestia nacional con sus dislates, locuras, puntadas y sus insanos deseos de seguir siendo los actores principales. Pero, allí queda todo. Vuelven a ser ordinarios y aunque son molestos ya solo quedan como  eso, molestias ridículas que ya no son tomados en serio. El poder encumbra a los más tontos hasta los cielos y cuando vuelven a la tierra se niegan a ser simples mortales.

Los ex presidentes estadounidenses tienen su día y lo celebran en conjunto. En México, por vergüenza, se trata de evitar hasta hablar de los ex presidentes, no tienen su día y rara vez se encuentran y nunca se trata de festejos oficiales sino de reuniones sospechosas y de ignominia.  


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