La
historia humana está llena de momentos largos
de zozobra por el tránsito de una época a otra, se pierde la seguridad, el
horizonte; el proceder de las personas cambia, los valores cambian y por todos
lados se oyen ayes de dolor y desconsuelo. A la mayoría les parece que todo está
perdió. Eso está pasando en el mundo y pasa en México; a los conservadores, a
los adultos y a los timoratos se la pasan maldiciendo todo y contra todos. La desesperación
por salir de la confusión hace que la gente añore el pasado; la revolución, el
modelo del mexicano de antaño (El México bronco), el modelo de familia del
siglo pasado y en general les parece que todo tiempo fue mejor. No hay tal. Se
debe vivir con el tiempo futuro porque la vida es, siempre vivir para el futuro;
vivir el instante es vivir el pasado porque tan luego se vive el momento, este
queda inmóvil, es historia. En cambio la vida siempre es un pre-ocuparse, no
del momento, sino precisamente del futuro inmediato, mediato y de largo plazo. Así,
se debe luchar contra las condiciones que se tienen enfrente y no luchar contra
el pasado sino tomarlo como la base donde se hincan los pies para lanzarse al
futuro.
Todas
las cosas se sienten perdidas pero, ese estado de ánimo, no es más que, el
resultado de la incomprensión de las condiciones actuales de la vida. La mayoría
no entienden lo nuevo quisieran regresar
al pasado, cosa imposible, por lo cual solo padecen lo que no comprenden. Se terminó hace
poco la Post modernidad (1989) ya estamos en la Híper modernidad, esta época tiene
como base a la persona humana en su híper individualidad, las grandes
agrupaciones tales como sindicatos, partidos, figuras en que se agrupaba la sociedad,
sector campesino, obrero y popular se han terminado, son ya obsoletas o ya no
responden a las nuevas condiciones políticas y sociales. Ahora bien si es el
individuo el que debe luchar para salvarse asimismo, debe este tomar
consciencia de esto y sumarse a la actividad política a través de las nuevas
formas de participar en la cosa pública.
Las
minorías que entienden ese cambio están en la cima viendo las nuevas
condiciones económicas, políticas y sociales pero, no llaman mucho la atención dado
que lo que ven no lo pueden ver las mayorías escépticas y nostálgicas. Esto
lleva a colegir que no hay forma de sacar a la mayoría de su error pero, también
a concluir que, no todo está perdido sino que la lucha apenas si empieza. Los
gobernantes tampoco están maduros para manejar las nuevas condiciones de
gobernar y se les verá cometer actos ridículos, infantiles y hasta contrarios a
su estabilidad de gobernantes. La masa política estará en las mismas
condiciones de debilidad, aunque decididamente el nuevo orden se consolidará a
pesar de las oposiciones particulares. Lo que sigue es luchar por quitarle lo
que hay de nocivo para las mayorías el nuevo orden. En México es, la corrupción
institucionalizada y el poder mal usado y tiránico sin castigo. Los ciudadanos
deben involucrase en la política, es decir, el poder público debe ser acotado
por el poder soberano del pueblo de manera directa. Le República representativa
debe ser transformada en una República ciudadanizada. Las organizaciones
sociales, organizaciones no gubernamentales y todo tipo de agrupaciones
ciudadanas deben aumentar y vigilar a
gobernantes y políticos.
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