La
justicia para la nobleza partidista y gubernamental es tal que no puede ser
aplicada. El Estado de Derecho solo se aplica al pueblo pero no a los nobles políticos
y gubernamentales. Décadas llevamos manteniendo a políticos que no solo no
defienden los intereses comunes sino que impunemente traicionan al pueblo. Es
una patente de Corso ser político. Se pueden cometer los más graves delitos sin
castigo alguno. La clase política aunque sea de diversa ideología a la hora de
aplicar la legalidad se une para que no sean tocados los delincuentes, sean del
partido que sean.
Es
una vergüenza nacional que Carmen Aristegui se ponga en sumo peligro por la
verdad y la justicia y los políticos no solo se hagan los tontos sino que
soterradamente protejan, en este caso, a Cuauhtémoc Gutiérrez, este mal líder producto
de la explotación y de la tiranía; protegido por la cúpula priista debe ser no
solo investigado sino sentenciado por sus delitos. No había podido ser
destituido por la dirigencia priista y en un día fue removido por la investigación
de una mexicana valiente y casi dejada sola en su lucha. No hemos escuchado que
los políticos se pronuncien enérgicamente en contra de Cuauhtémoc Gutiérrez y
en contra de estas prácticas institucionalizadas.
De
plano son una vergüenza los políticos mexicanos. La procuración de justicia
discrecional daña a los mexicanos en conjunto. Ese es el peor mal mayor en México:
la falta de aplicación para con los políticos. En otros lugares ya esto hubiera
sido suficiente para un cambio radical en el sistema, aquí se simula la
justicia.
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