sábado, 5 de abril de 2014

CAMBIOS DE NOMBRE COMO HUIDA AL COMBATE DE LA CORRUPCION





Se ha vuelto una práctica nociva para el pueblo mexicano cambiar de sede o de nombre a los órganos, instituciones o dependencias gubernamentales con lo cual solo se logra más gasto público, más confusión y se deja el fondo intacto, es decir, se deja el combate a la corrupción gubernamental intacto. Es ocioso cambiar un órgano judicial de sede si no se ponen las reglas para castigar la corrupción de los funcionarios judiciales; es pernicioso cambiarle el nombre a una institución o dependencia gubernamental si no se tiene el cuidado de poner en vigencia leyes y reglamentos que acoten el uso discrecional o indebido del poder. Los mexicanos y en especial el gobierno, tenemos décadas creando instituciones o dependencias que rápidamente son corrompidas por el gobierno y los partidos; la respuesta a esto, es cambiar nombres a las instituciones o dependencias y con gran pompa publicar tales cambios de nombres sin tocar la corrupción y los excesos del poder.

Los mismos que ponen y quitan nombre son los mismos que ya de antemano están no solo pensando sino actuando arduamente para corromperlas. Esa es la tragedia mexicana en lo político, la simulación y el maquillaje en los hechos y actos de lo público. De lo que debe interesar a todos en común.  Ahora bien, tal simulación debe ser combatida por todos los mexicanos en su conjunto y ya no aceptar el maquillaje gubernamental. Es la ciudadanía la que debe poner límites al poder ya que la División de Poderes con sus pesos y contra pesos ha fracasado desde su implementación. Es insuficiente este modelo político para combatir la corrupción e ineficiente para dar respuesta a las necesidades básicas de los mexicanos. 



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