Para
controlar a un pueblo por largo tiempo, fundamentalmente se necesita instituir
en todo el año días de ritos, celebraciones y de derechos subjetivos que no se
tornen de manera alguna en realidad objetiva. Esto se ha hecho desde hace miles
de años y aun hoy, se estila dominar a los pueblos con ritos, celebraciones y
derechos subjetivos revestidos de libertad. Póngase por ejemplo el calendario mexicano
y al pueblo mexicano. La realidad le muestra sus desgracias y el mexicano
quiere gritar y aniquilar esa fea realidad violentamente pero inmediatamente se
le ofrece el remedio en forma de fiestas (ritos) y celebraciones masivas; allí,
rodeado de otros tantos infelices, por fin se siente aliviado de sus
desgracias. Pero regresa a casa y se encuentra el rostro de la dura realidad y
entonces, es menester otro dulce trago de subjetivismo para remediar sus penas.
Otra nueva celebración es necesaria y no le faltan nunca. De esta manera cuando
se hacen encuestas resulta que este pueblo es inmensamente feliz aunque no
tenga que comer ni esperanza solida de llegar a la plenitud.
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